Transformaciones sociales y nuevas formas políticas.
EL
ESPACIO PÚBLICO MÁS ALLÁ DEL COMO AMBIENTE GENERADOR DE LA RENOVACIÓN DE LA
ESTRUCTURA SOCIAL Y ACTUALIZACIÓN DEMOCRÁTICA
INTRODUCCIÓN
La democracia moderna y por consiguiente la
contemporánea son frutos de las revoluciones y transformaciones sociales
emanadas e la pasión de las multitudes impulsadas por las razones de unos pocos
que hicieron ver al ciudadano común los derechos que poseían como tales. Por
ello en este ensayo estudiaremos las implicaciones que las transformaciones sociales y
nuevas formas políticas han tenido en torno a la noción de espacio
público como medio generador de cambio social y de nuevas formas de percibir y
practicar la democracia. Así la noción de transformación
social tiene una relación directa con el espacio público y de opinión como
entorno donde las interacciones políticas toman formas y se van convirtiendo
poco a poco en engranes de cambio político en torno a la democracia. En el
presente ensayo tomaremos como referencia el texto de Edgardo García sobre espacio público y el cambio social,
desde esta perspectiva analizaremos como la dimensión gremial y comunicacional
de la sociedad se convierte en medio generador de ideas, sentimientos y valores
comunes que permiten la construcción de nuevas formas de comunidades. García se
apoya en el pensamiento del Tocqueville que ve en la democracia una revolución
contrapuesta a la aristocracia cuyas raíces se alimentan del espacio público,
del entorno donde todas las voluntades confluyen. Como textos secundarios
tomaremos la teoría de Arendt del texto titulado ¿Qué es la política?, de esta
perspectiva teórico política nos centraremos en la política como una
construcción de las personas, en este caso, de los ciudadanos; desde su
perspectiva de la política como un artificio humano no natural a su condición
nos referiremos a cómo el ciudadano en libre asociación con sus pares puede
propiciar la construcción de unas nuevas formas de hacer política y de
construir al Estado. Por último tomaremos como tercera referencia el texto de
Gabriel Cohn sobre Tocqueville y la
pasión bien comprendida, desde esta perspectiva podremos comprender cómo la
democracia es una construcción humana irreversible que se asienta sobre los
intereses políticos comunes entre ciudadanos. Desde estas tres perspectivas
teorico-politicas hacemos afirmamos que la democracia se actualiza y se expande
de forma universal para que todos los ciudadanos asociados en grupos y gremios
con intereses comunes puedan vivir de manera plena en ella mediante el
reconocimiento legal y respeto social de sus derechos emanados de sus condiciones
humanas. A través de este ensayo llegamos a las siguientes conclusiones
(resumen de las conclusiones)
Para la construcción de este ensayo
comenzaremos cimentando la construcción teórica política sobre la tesis de que las
transformaciones y los cambios sociales, desde la ciudadanía, son las que van
definiendo el entorno político, legal y cultural de una nación, no la
iniciativa de una minoría, no se puede pensar que las generaciones futuras con
sus propias experiencias sigan en la práctica de la ley de generaciones de
siglos anteriores (Kant, I. ¿Qué es la
ilustración?), ellos necesitan elaborar su propia vida política. Así el espacio
público se convierte en el espacio garante de las posibilidades de cambios y
transformaciones socio-políticas que vallan generando un ambiente de
diversidad. La importancia del espacio público en el entorno de lo político es
primordial para la existencia de una democracia real que sea consecuente en lo
formal y viceversa. Para el asentamiento y defensa de esta tesis tendremos
presente la crítica de García (2000) sobre espacio
público y cambio social, pensar desde Tocqueville, donde este último
encontrará en la democracia ciertos vicios de la vida pública en manos del
poder político absoluto que pueden tergiversar el espacio de lo público. El
espacio público en primer debe ser definido más allá de un espacio físico y
temporal, es entendido desde esta perspectiva como ambiente público, la realidad donde todas las opiniones confluyen y
se debaten desde la libertad de la libre expresión de las ideas y los
pensamientos en torno a lo político.
Entonces
podremos así extender la noción de espacio
público desde el ágora como
lugar de encuentro hasta los nuevos espacios públicos donde los ciudadanos
jóvenes y adultos interactúan a diario, es decir desde los medios de
comunicación y actualmente, no previsto por García, las redes sociales o redes interactivas. Es así como el espacio público
se transforma al ritmo que lo hace la sociedad y los medios de comunicación se
van adecuando a ello; con esto quiero afirmar en primer lugar que los medios se
van adecuando a las condiciones sociales y van siendo reflejo de su diversidad,
por ello hoy día es necesario hablar de la diversidad de los medios y de cómo
la sociedad y las culturas los reconfiguran, pero por el otro lado es necesario
no perder de vistas los riesgos que conllevan los medios públicos bajo el
control de los poderes políticos absolutos y hegemonizantes, bajo el control y
censura del poder político-económico o de los grupos de la clase dirigente como
comúnmente se conocen en Colombia, la opinión es uno de
los dos poderes centrales de los que goza la mayoría para ejercer su
omnipotencia y facilitar lo que el autor define como “vicios democráticos”:
inestabilidad legislativa y administrativa (García, 2000, pág. 438) , y en Colombia
fácilmente podemos observar cómo los medios de comunicación toman diferentes
posiciones frente al gobierno, unos en contra y otros a favor y en defensa de
“la institucionalidad” entre comillas; esta parcialización se da en una medida
fuerte en los espacios de la Televisión y la Radio principalmente, parece ser
que las redes sociales conformadas por personas representa un espacio más
amplio para la diversidad, lejos de estar orientadas a la generación de una
opinión o del convencimiento del otro, las redes alternativas de interconexión
entre ciudadanos representan un lugar activo-participativo más abierto y con
menos formas de incidencias externas en la manera de pensar.
Se
puede deducir de lo anterior que las luchas proletarias se han transformado hoy
en día en luchas sociales y ciudadanas, luchas por los derechos civiles de las
minorías y las micro-minorías que habían sido encubiertas por décadas no sólo
por el absolutismo político y moral, sino por los clasismos conservaduristas de
las buenas costumbres de la nación; hoy se habla de ciudadano como término
incluyente y universal. Así los ciudadanos desde los espacios públicos abiertos
tienen la posibilidad de exponer sus ideas y crear idearios comunes que
respondan a los intereses públicos de la comunidad, así como se dan los
acuerdos, se dan los desacuerdos, “la creencia en la libre
confrontación de opiniones como mecanismo de acceso a la verdad se asienta en
el concepto de opinión como expresión racional cognitiva, resultado de un
razonamiento crítico” (García, 2000,
pág. 434) ,
en el reconocimiento de la sociedad como compuestas por sujetos racionales,
libres y en derecho, la confrontación de las ideas y los pensamientos políticos
es la expresión clara de la democracia en constante construcción y evolución,
no reducida sólo a los acuerdos que en ocasiones imponen la mayoría siendo
excluyentes con las minorías, sino desde la libre manifestación de las ideas y
decisiones sobre opciones políticas que cada minoría escoge, yuxtaponiéndose
así al acuerdo la noción de coexistencia en la diversidad, el nacimiento de un
espacio público en todo el sentido del término, establecidos desde todas las
perspectivas existentes en la nación, así pues que se transforma en “el espacio
de una legitimación alternativa respecto a la del Estado absolutista, (…)en orden a la preservación de la libertad y
la construcción del cambio político y social” (ibíd.)
Arendt (1997, ¿Qué es la política?) introduce en el
discurso de la teorización de lo político y sus surgimiento dos ideas
fundamentales en dicho proceso, por un lado encontramos “la política como espacio de relación” (pág. 15) , lo político
entonces nace en un espacio de relaciones libres en las cuales las personas
como entes racionales construyen un espacio común en la libertad, un espacio en
el que todos desde las diferencias contribuyen a ampliar el horizonte de micro
relatos posibles en igual medida que la diversidad cultural, social e
intelectual permita. El espacio de relación no se reduce al espacio del
proletario, entendido a este como la clase trabajadora, puesto que en la
jornada laboral el hombre difícilmente podrá descuidar su labor para pensar en
lo político. El pensamiento de lo político, que en gran medida está relacionado
a su condición laboral y social, se hace evidente en lo relacional. Es por ello
que el pensamiento político requiere de un espacio de libre opinión y
pensamiento que fluya con el cambio de los tiempos y de las formas de construir
los valores que representan y reproducen una sociedad. Entonces siendo el
espacio público el ámbito adecuado para la construcción de lo político como
artificio humano, no natural, requiere de total libertad y no censura negativa
o positiva. Desde esta perspectiva la labor y el trabajo no son los agentes
productores de la política, sino que es producto mismo de la construcción de
una actividad política diversa. Lo público no puede tener restricciones, así
como este es su criterio validador y oportunidad es su riesgo, el cual se debe
asumir como consecuencia misma de lo público. En la esfera del espacio público
es donde convergen todas las posiciones frente a la realidad, y en ella misma habrán
choques entre formas distintas de pensar; entonces la idea a priori sería descalificar una en cuidado de la otra, pero con
ello ya estamos en ejercicio de censura, por tanto es por parte de las personas
racionales y adultas que se debe construir la coexistencia con los otros
políticos en las diferencias. Así el espacio público construido por las
personas mismas, diferenciado del espacio construido por el Estado, contiene la
libertad del inicio de la incertidumbre política, sin un fin claro al principio
pero que poco a poco como acción reciproca alcanza un fin común universalmente
abierto para todos, hecho que se logra mediante la comunicación, “la acción, sin embargo, sólo es política si
va acompañada de la palabra (lexis), del discurso (…) siempre percibimos el
mundo desde la distinta posición que ocupamos en él, sólo podemos
experimentarlo como mundo común en el habla” (Arendt, 1997, pág. 18) .
El espacio público se configura
hoy como la generación conjunta de una cultura
de la diversidad como nuevo paradigma democrático, es decir que ante la cultura
nacional querida y propuesta desde el Estado como identidad nacional oficial se
conforman nuevos espacios de opinión y expresión del propio punto de vista
político que se contraponen a esta homogenización estatal, que tiene dos
caminos en contra corriente, por un lado se establece un control de las formas
sociales aceptables y por el otro se da uniformidad a la sociedad quedando
extinta la forma del ciudadano destacado que representa su comunidad, así pues
hay riesgos como también hay oportunidades en este ámbito. “La
uniformidad de los ciudadanos conduce a la inexistencia de notables,
personalidades o autoridades fuera de lo común […aristócratas para Tocqueville] que puedan establecer lo que hoy
denominaríamos “corrientes de opinión” (García, 2000, pág. 438) , la uniformidad
entonces desde el un plano comunicacional significa que todos deben hablar en
el mismo lenguaje y en la misma sintonía. Por ello los medios de comunicación
se convierten en los focos desde donde se propone la hegemonización cultural de
la nación mediante la propuesta de un modelo de identidad favorable al Estado,
dejando poco espacio para que los ciudadanos desde sus diferentes perspectivas
interpretativas de la realidad construyan sus propias identidades y su
microrelatos auto-constituyentes. Las corrientes de opinión por su lado se van
constituyendo en focos de hegemonía donde la colectividad se encarna en lo informe
y unánime, y es fundamentalmente donde las corrientes de opinión o los llamados
medios de comunicación hacen de esta un producto mercantil más ofertado a la
canasta familiar. Entonces la opinión se disfraza como pública desde el ámbito
de la oferta de la misma como producto de consumo, y consumiéndola el ciudadano
cree que participa de lo público, sin darse cuenta que su faceta en dicho
fenómeno es simplemente legitimador de lo ofertado, en consecuencia nos
encontramos en un entorno de simulacro de participación ciudadana que encubre
las principales determinaciones de lo público mediante el poder político. Entonces
los medios de comunicación no pueden entenderse ya al espacio limitado de la
Televisión y la radio, sino en las múltiples dimensiones que adquiere hoy más
allá de los espacios físicos, pasando a ser un ambiente de interconexiones que
van construyendo redes de reflexión, acción y reacción frente a las
estructuraciones políticas estatales. Así pues en el pensamiento de Tocqueville
interpretado por García (2000) el espacio público
es posibilidad de generación de cambios de las condiciones sociales de los
ciudadanos que hacen parte de la democracia y quienes son los que la
construyen, el concepto de Opinión pública desde Tocqueville, “si bien está
asociado a la acepción en términos de moral y costumbres, también extiende su
esfera de influencia al campo político en la medida en que el gobierno también
debe responder ante dicho tribunal” (pág. 436) , sin embargo la
recurrencia a la moral y las costumbres
está lejos de poder convertirse en clausula pétrea ya que las mismas son
dimensiones culturales que se van transformando desde la misma puesta en común
de las diferentes subjetividades generando nuevas formas de ver e interpretar
la realidad social y política. Queda claro hasta este punto, la oportunidad que
el espacio público representa para la opinión pública y para el nacimiento de
pensamientos que permitan la elaboración de ideas para el cambio social, un
cambio social que se representa en una búsqueda de una democracia más universal
y asequible para todas las minorías posibles y fracciones que componen nuestras
sociedades y culturas micro-localizadas. Uno de los obstáculos que se
encuentran para que la persona no participe del espacio público es la no educación en lo público, y
el cual se entiende como un obstáculo al libre pensamiento, el no pensar se
configura como nueva actitud pasiva, además de las identificadas por García en
Tocqueville (pág. 439) y el asentimiento o reproducción de ideas ajenas o
impuestas desde fuera como verdad, es necesario considerar precisamente en
Colombia la las falencias en cuanto a la formación ciudadana en la escuela se
refiere.
La no formación ciudadana,
fuera del interés individual de formarse, se convierte en un denominador común
que lleva a los ciudadanos a desconectarse de la realidad inmanente y asumir lo
presentado en la televisión y la radio como la única realidad existentes cuyos
límites están demarcados por los intereses económicos de los propietarios de
los medios y de los lazos políticos que estos tengan dentro del sistema
político dominante. Entonces en palabras de nuestro autor, nos encontramos
frente a una espiral de silencio,
que consiste es callar la opinión del otro si no está en sintonía con la
opinión oficial, generando así mediante la seducción del discurso de que todo está bien, que avanzamos con prosperidad, la actitud acrítica ante tales discursos del poder político. La pereza para
reflexionar sobre las implicaciones verdaderas de los discursos y aceptar lo
que la mayoría aprueba como verdadero, el dejarse llevar por la opinión
generalizada y los discursos de los
medios de comunicación, conducen a la pasividad política, el bienestar
individual, que encierra un peligro para la democracia. Así como el espacio de
la opinión pública puede ser un camino para la homogenización estatal, también
puede ser un importante generador de cambios, siempre y cuando todas las ideas
minoritarias sean tomadas en cuenta. Ello significa ponerse en pie frente a la
clásico y aceptado discurso de que la verdad se encuentra en la mayoría y que a
esta última la minoría debe acogerse sin derecho al disentimiento (lo cual es
un auto-marginarse), así pues los cambios no pueden estar orientados a la
imposición de la voluntad de una minoría a otra o de la mayoría a las minorías,
sino de ampliar más el espectro de la democracia con el fin de que el ambiente
para la inclusión de adapte a la diversidad, mediante una revolución ciudadana
que busque reencontrar su lugar como autora del Estado y el Poder Político, y
no viceversa, con lo cual nos encontramos ante un paradigmático tránsito y
camino irreversible de la democracia (Cohn, 2000) ; es decir que los
mismos cambios sociales surgidos desde el espacio de público, de lo
incontrolado, desde los espacios donde la sociedad de control no puede acceder,
son producto mismos de la acción democrática de los ciudadanos que la van construyendo
según su condición espacio-temporal.
En
la interpretación que Cohn (2000) hace de Tocqueville, entiende la democracia
como un espacio público en constante transformación social que se refleja en lo
político. La condición de la democracia en Tocqueville es comprendida como un
ambiente volátil y en constante renovación; la condición política así entendida
se transformaría en la democracia irrevocable en donde todas las particularidades
y minorías salen a flote no permitiendo un retorno a la aristocracia
tradicional, por ello desde la perspectiva y propuesta de Tocqueville la
democracia es fruto de la pasión convulsionada que condujo a los cambios
sociales, al movimiento transicional de la multitud; desde esta
experiencia “la reflexión lo conduce a
pensar la transición en su sentido más radical: el de la revolución, para usar
su propio lenguaje” (Ibíd., pág. 249).
Así la democracia entonces es fruto de la revolución, una revolución que nace
de las experiencias sociales, no de los grupos armados, una revolución que nace
de las pobres condiciones de vida de los pobladores súbditos que buscaron
convertir en una clase distinta de ciudadanos, no de militares. Es pues una
revolución ciudadana que no tiene más armas que sus herramientas de trabajo
frente a un poder político absoluto que se legitima por la fuerza. El cambio
social entonces conduce a un cambio político que se refleja en la
reestructuración del Estado y en la recuperación del poder del ciudadano en
cuya voluntad está la determinación de conformar una nueva ley, una nueva moral
y unas nuevas costumbres. Pero esta transformación social se da precisamente
desde las calles, desde la plaza, desde los lugares donde los ciudadanos
interactúan; hoy en día se suelen convocar grandes manifestaciones a través de
entornos virtuales que terminan en el encuentro físico.
En
la retórica escrita de Tocqueville “el argumento de
fondo se refiere al carácter irreversible de la democracia y no a su condición
providencial” (Ibíd., pág. 250), de
ahí que la concepción de la democracia es netamente humano y que se asienta
sobre el encuentro de las razones representadas en cada ciudadano y que ante la
interrupción de la línea democrática mediante la imposición del totalitarismo
autoritario del Estado, la pasión humana surge como revolución convulsionada.
Las transformaciones sociales deben repercutir en las instituciones políticas,
no es sostenible un cambio social o de modelo político si solo se piensa en
cambiar las instituciones, “es hacia la forma de la sociedad que se debe volver
la mirada, y no sólo hacia las instituciones políticas (Ibíd., pág. 252), ya que los sujetos de la sociedad son los que
construyen las interacciones políticas entre pares, y el Estado y la Política
deben ser reflejo de esa sociedad, por tanto las transformaciones sociales
pretendidas por los ciudadanos activos en el espacio público deben ser
aplicados a sí mismos. La transformación del sujeto propicia la transformación
social, y esta a su vez la transformación política que sostiene la misma. Si el
cambio social nace de la sociedad misma en el espacio de lo público, es
necesario recalcar que la libertad está asociada a al espacio público, es decir
que el cambio social deviene del compromiso del ciudadano que expresa su
libertad en la voluntad asociada y consensuada con sus pares en la sociedad. La
política no se construye a través del voto, se construye con las acciones de
los ciudadanos, con la identidad ciudadana. Lo político no se reduce a las
urnas, lo político se construye desde el yo, el nosotros y ellos.
Las
nuevas formas políticas surgen entonces de las reacomodaciones que la sociedad
hace de sus valores públicos, de sus implicaciones y nuevas formas de ver e
interpretar la historia. Una de las nuevas formas de hacer política, que está
arraigada a la concepción de Arendt (1997) sobre los orígenes
de la política, es en la participación ciudadana más allá de los mecanismos que
el Estado ofrece en manera limitada. Una de las formas en que se da dicha
dinámica es a través de la opinión pública, la cual juega un papel importante
en contraposición a las maquinarias políticas controladas desde las
instituciones del poder político de las elites gobernantes. Con el devenir del
tiempo, las transformaciones irreversibles observadas por Tocqueville se han
visto amenazadas por la burocratización de la política, la mecanización de los
procesos democráticos, estas dos nuevas formas estatales de manejar la política
han relegado al ciudadano a la periferia del elector. Para los Estados
actuales, controlados por las élites dirigentes, la función del ciudadano queda
relegada a la antigua concepción de la aristocracia. Así el ciudadano común se abocado
a buscar en la opinión pública, la generada de las interacciones de los mismos y
las despertadas desde los medios de comunicación. Por medio de la explotación
de este nuevo espacio político construido de la voluntad de sus sujetos
asociados surgen nuevas formas de participar de la democracia no solamente
mediante el derecho del ejercicio electoral sino también en la construcción de
nuevos espacios públicos que generan nuevas formas de acción política. Parece
ser que la figura clásica del Caudillo entra cada día en decadencia, siendo la vox populi la fuente determinadora de
las nuevas transformaciones sociales.
Ahora
bien, aunque estas transformaciones se suelen dar con grandes y abruptos
estallidos sociales; los ciudadanos actuales comienzan en la búsqueda de nuevos
espacios públicos construidos por ellos mismos para exponer y compartir sus
ideas, creando redes de apoyo, grupos focales, movimientos sociales que por
medio de la conformación de grupos de opinión política buscan ser incluidos en
la esfera de la democracia, tal es el caso del movimiento LGBTI, los
movimientos sociales de comunidades desplazadas por la violencia, los
movimientos culturales ancestrales indígenas, la unión de las mujeres en la
búsqueda del respeto de sus derechos como ciudadanas. Así las nuevas formas de
hacer políticas nacen del sujeto, pero no del sujeto aislado e individual, sino
la del sujeto social que construye redes de apoyo con otros que hayan padecido
los mismos problemas que él, y que tengas pensamientos políticos similares. Así
pues estamos frente a la creación de las micropolíticas, los micropartidos, los
microrelatos sociopolíticos y culturales, que buscan ser incluido en la gran
amalgama de diversidad política, social y cultural que es la democracia. Pero
ya no es la lucha contra la aristocracia sino la lucha por diversificar la
democracia como un espacio construido desde los ciudadanos de manera reflexiva
y activa lejos de los dogmatismos tradicionales sobrevivientes a la caída de la
aristocracia.
CONCLUSIONES
La
democracia no es un elemento acabado, permanece en constante universalización y
transformación. Aunque su nacimiento haya sido convulsionado de un paso abrupto
de la aristocracia monárquica a las instituciones democráticas que dependían de
las decisiones populares, no se puede decir que la democracia es un modelo
político rígido y pétreo. La democracia sin embargo no puede ser irreversibles,
o que las libertades civiles conquistadas en la misma deben ser suprimidas,
ello representa una vuelta hacia atrás. La democracia es evolutiva y universal,
en ella deben de converger todas las formas actuales de sociedades, todos los
grupos sociales tienen el mismo derecho de ser incluidos en la práctica
democrática. Esta universalidad de la democracia, aunque riesgosa y compleja,
es necesaria pues es garantía de la superación de los absolutismos de estado;
por ello la democracia se transforma y adquiere más universalidad gracias a la
acción política de los nuevos movimientos políticos minoritarios.
La
democracia se actualiza mediante las transformaciones sociales. Son las
acciones de los movimientos socio-culturales politizados que ante la brecha de
la exclusión social empujan la puerta constitucional con el fin de hacer lucha
y fuerza a la ley por el reconocimiento de sus derechos, ya sea su condición
social, económica, sexual-reproductiva, de edad (niñez, adolescencia, adultez y
vejes). Por este motivo las transformaciones sociales deben reflejarse en el
modelo democrático, ya que es la ciudadanía que hace posible la existencia de
un Estado. Las transformaciones sociales a partir de las nuevas formas
políticas, tienen el carácter de partir de lo micro-social, de lo
micro-cultural, los grandes relatos y discursos políticos fueron superado, sin
embargo pretenden seguir en vigencia a través del uso de los medios de
comunicación como herramienta de convencimiento social; ante lo micro-político
el estado ejecuta la maquinaria política, con el fin de usar la democracia como
medio en torno a los intereses de unos pocos.
Los
cambios sociales surgen a través de las voluntades ciudadanas emanadas de la
población civil. La naturaleza de la democracia es civil, ya que el uso de la
fuerza en una democracia, aunque parezca utópico, no debería ser necesario
porque en la misma pueden subsistir todas las posiciones ideológicas bajo el
respeto del otro y de los bienes ajenos, el respeto de los derechos
individuales no sólo se debe dar sólo desde el Estado y sus instituciones sino
también entre los ciudadanos recíprocamente. La transformación o las propuestas
de cambio desde una perspectiva político-militar son fuente de riesgo para la
democracia misma, ya que estas no responden a un interés social, civil o
ciudadano, sino que propenden a favorecer facciones políticas encaminadas a la
imposición de su interpretación social política a las demás minorías, las
nuevas transformaciones democráticas son incompatible con el uso de las armas y
son las armas mismas esgrimidas por el Estado que impiden las mismas. Todos los
ciudadanos merecen que sus derechos sean reconocidos de manera oficial, es
decir que la constitución debe ser el libro universal de la nación, donde todos
coexistan.
BIBLIOGRAFÍA
Arendt, H. (1997). ¿Qué es política? (R. S.
Carbó, Trad.) Barcelona: Paidos. Obtenido de
https://elartedepreguntar.files.wordpress.com/2009/06/arendt-hannah-que-es-la-politica1.pdf
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Tocqueville y la pasión bien comprendida. En A. Boron, La filosofía
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Obtenido de
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100609022728/10cap9.pdf
García, E.
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Boron, La filosofía política Moderna: de Hobbes a Marx (págs.
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https://es.scribd.com/doc/285604469/Boron-Atilio-La-filosofia-politica-moderna-De-Hobbes-a-Marx-pdf
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