viernes, 29 de mayo de 2015

LA LIBERTAD: DE NEGATIVIDAD A LA CONSTRUCCIÓN DE LIBERTAD MEDIANTE LA TRANSFORMACIÓN AUTÓNOMA DEL TRABAJO








INTRODUCCIÓN


La libertad es uno de los planteamientos más discutidos a lo largo de la historia del pensamiento humano. Desde las antiguas concepciones religiosas que comprendían al hombre como un ser libre responsable de sus actos los cuales lo podrían conducir en dos caminos, el bien y el mal. Los griegos la concebían como el principio fundamental de la libertad, pero esta sólo estaba dada a los nobles que poseían esclavos que trabajasen por ellos. Así las concepciones sobre la libertad humana han tomado diferentes matices desde sus diferentes concepciones, sean religiosas, políticas o humanísticas. Desde la óptica de Pérez & Amadeo (El concepto de libertad en las teorías políticas de Kant, Hegel y Marx, 2000) nos enfocaremos especialmente en el concepto de libertad en los autores que marcaron la modernidad. En primer lugar analizamos la concepción de Emmanuel Kant quien parte de una visión política y ética para fundamentar su noción negativa de la libertad. La libertad para Kant será una condición necesaria para lograr la libertad, y la libertad es tangible en la medida de que la persona sea propietaria de bienes privados. En la concepción política kantiana encontraremos una estrecha relación de dependencia entre Estado-libertad-propiedad-privada. En la misma línea pero con algunas diferencias encontraremos la concepción de Hobbes sobre la libertad, para este autor el Estado juega un papel primordial en el ejercicio de la misma, es el Estado en donde el ciudadano encuentra su libertad, sin embargo esta se encuentra mediada por la propiedad privada. En estos dos autores la libertad da la facultad de poder elaborar y obedecer las leyes. Para Marx sin embargo la libertad sólo se puede lograr por medio del trabajo no-alienado, que se contrapone a la servidumbre. Es el trabajo no en orden a enriquecer al capital sino en orden a transformar la naturaleza y la sociedad.


Así desde el apoyo de los escritos de Chaui (Spinoza: poder y libertad, 2000) y Rossi (Aproximaciones al pensamiento político de Immanuel Kant, 2000) podremos observar como las concepciones políticas de la libertad humana desde las perspectivas de Spinoza y Kant se centran en lograr una diferenciación conceptual mas no estructural de las concepciones teológicas de la libertad. Ambos autores coincidirán que la noción de libertad aunque nace de la concepción individual de la persona, esta se perderá en la objetivación ya sea en la comunidad originaria o el absolutismo del estado. Sin embargo nuestro análisis de las producciones de los autores citados estará orientado a conocer los principios y las limitaciones de la concepción Kantiana y Hobbiana, para ello nos cimentaremos en las críticas de Carlos Marx a sus concepciones políticas, llegando incluso a observar como dichas concepciones generan una dualidad jurídica entre lo real y lo formal, situación que también hoy en día observamos y constatamos. Así veremos que las intenciones de Marx no son la de implantar un gobierno radical, puesto que este también ve con desconfianza la actuación del Estado, y aboga que por medio del trabajo el hombre puede conseguir su libertad, sin embargo no es una libertad egoísta, es una libertad que tiene su encuentro con otras libertades, es una libertad intersubjetiva, una facultad compartida con otros.





LA IDEA DE LIBERTAD: UN DESPLAZAMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA DE LA  NEGATIVIDAD A LA CONSTRUCCIÓN DE UNA VERDADERA LIBERTAD MEDIANTE LA TRANSFORMACIÓN AUTÓNOMA DEL TRABAJO COMO FUNDAMENTO.


Pareciera que Kant, Hobbes y Marx no intentan definir el concepto de libertad propiamente sino que a través de la noción de libertad tratan especialmente de justificar la posesión de la propiedad privada y los medios de producción y los fines de los mismos. Desde Kant no se es libre en cuanto que poseamos alguna propiedad, puesto que no todos la tendrían, sino que más bien, porque al ser libres es que se tiene el derecho a la propiedad, es decir que la libertad se evidencia en la posesión. De hecho el primer postulado sobre la posesión se trata del respeto a la posesión del otro, en palabras textuales es “la aprehensión de un objeto que no pertenece a nadie; de lo contrario, se opondría a la libertad de otros según leyes universales (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 415). Sin embargo ello sólo puede suceder en un ámbito comunitario, es decir que la comunidad es la que posibilita la libertad, por ello la libertad individual no puede ir en contra de la libertad comunitaria, por ser este ámbito el que posibilita la noción jurídica del ejercicio de la libertad. En la visión kantiana de libertad, esta es la primera posibilidad para alcanzar la libertad, la propiedad privada puede ser un medio para conseguir tal fin, y esta sin duda está definida hasta la libertad de los otros, es decir que en la búsqueda de la felicidad personal cada uno  tiene unos límites manifestados en la presencia de los otros en la comunidad. El papel que juega el Estado es garantizar que se den las posibilidades necesarias para que ello suceda, “el Estado no debe procurar la felicidad de los ciudadanos, debe vigilarlos para que en la búsqueda individual de ésta sólo se usen medios compatibles con la libertad de los otros, incluyendo el uso que cada uno realice de su propiedad.” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 417). Con ello se puede interpretar que la libertad esta ordenada a la consecución de la felicidad, pero desde la visión política de Kant (Rossi, 2000) el Estado no es proveedor de felicidad, simplemente garantiza el derecho a la propiedad privada medio por el cual el ciudadano ejerciendo su libertad puede alcanzarla. Entones vemos que aunque en un primer momento podemos ver en Kant una visión de libertad que se ejerce por medio de la voluntad moral del individuo, vemos cómo en la esfera de lo político la libertad se encuentra determinada por la posesión de la propiedad privada, podemos deducir entonces que la noción de liberad de Kant no tiene ninguna trascendencia humanística sino más bien es una posibilidad abstracta que sólo se logra en la medida que se pueda dar la posesión de los bienes materiales. “En la concepción teórico-política kantiana, los individuos verdaderamente libres son los propietarios, ya que sólo a éstos corresponde obedecer las leyes que ellos mismos elaboran” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 414), es decir que esta es una noción universal en lo formal sin embargo veremos más adelante como en lo real sólo es una parábola de la visión de la historia humana desde la civitas dei de San Agustín; noción que también encontramos reflejada en la concepción hobbiana de la libertad como un abstracto.


Desde las perspectivas de Kant y Hobbes el concepto de libertad sólo puede ser entendido en el marco de la existencia de una constitución civil, ya que sin derecho no existe libertad, entendida ésta en términos políticos (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 417), sin embargo la libertad kantiana sólo puede ser entendida en forma negativa, es decir dentro de las restricciones de la ley. No hay una libertad propiamente a través de la voluntad sino dentro de un marco jurídico de la prohibición, es decir eres libre sólo en cuanto no hagas aquello que esta moralmente reprobado. Entonces libertad y derecho están ligados ¿cómo? Por medio de la coacción, que es el uso de la fuerza y la manifestación del derecho para defender los derechos de los individuos. Sin derecho no hay libertad. El derecho se comprende como objetivación de la voluntad pública (ibíd., 419), entendida ésta como voluntad del pueblo entero se convierte así en el cimiento y posibilitador de la libertad, dado pues que al legislar en lo público se da al mismo tiempo una legislación sobre sí mismo, esta sin duda es una muestra de los planteamientos de la ética autónoma. Esta condición de derecho es la que permite a los ciudadanos libres la redacción y difusión de sus códigos legales, pero para modo de que un ciudadano libre pueda ejercer la potestad de la creación de la ley debe poseer dominio sobre la propiedad privada. Es decir que aquellos desposeídos no tendrían el mismo derecho, tendrían una libertad ambigua, puesto que son libres, pero su mano de obra está empeñada en las fábricas de los burgueses, son libres pero deben obedecer las leyes que otros elaboran, las leyes que sus mismos patrones dictan. Es contradictoria esta noción, a ello Marx reaccionará desmantelando los fundamentos de la libertad kantiana y la de Hobbes, el papel que juega el estado y las leyes en la vida socio-económica de los trabajadores. Para Kan se es libre, pero las limitaciones son mayores, en las condiciones jurídicas y económicas. “La razón debe limitar su uso crítico. No hay otro camino que el de la obediencia. Si por un lado se debe criticar, por el otro se debe obedecer” (Rossi, 2000, pág. 191). La autonomía, de la cual se hace gala en la filosofía moderna, se da sólo en el marco de los otros, que a la vez son los límites de su libertad y voluntad y restringen un repentino intento por anular la libertad de los otros. Esta noción no es otra que el reemplazo de las teorías de la voluntad y el poder-Dios, atribuidas al Estado y las leyes (Chaui, 2000). Cabría preguntarse por quiénes son los redactores de ambas concepciones. Detrás de las teorías del orden teológico de la política se encuentran los señores feudales que también conformaban la Iglesia de la edad media; así también en la modernidad están los burgueses dueños de propiedad privada que reclamaban libertad y autonomía del poder eclesiástico y de los estados nacionales nacientes. Detrás de ambas nociones se esconde el mismo interés económico y de poder sobre otros. Es curioso que estas ideas de libertad y autonomía sean redactadas  detrás de escritorios ubicados en suntuosas casas por pensadores de las élites que conformaban el poder y en manos de quienes se encontraba concentrada la propiedad y el comercio. Es en ello donde Marx comienza a sospechar de las teorías de la libertad, el derecho y el estado.


Para que se dé la libertad se deberían cumplir tres principios fundamentales: libertad, igualdad e independencia. (Perez Jaime & Amadeo, 2000). Sin embargo aunque se estas tres condiciones se den, son solamente una mediación formal entre Estado y súbditos, puesto que aunque la igualdad exige la participación de todos en la elaboración de las estructuras jurídicas, en la teoría kantiana sólo aquellos que gozan del estatus de dominio sobre la propiedad privada elaboran las leyes que todos deben seguir, incluido aquello que no poseen propiedad. A ello dirá el marxismo que los ciudadanos que laboran en las fábrica que generalmente son más que los que poseen bienes, sólo podrán desalinearse cuando pasen a ser dueños de los medios de producción, los cuales son propiedad privada de la burguesía y, contrario a la política kantiana, es el Estado quien debe intervenir. Para Kant según Rossi (2000) “El Estado no debe prescribir cuestiones de orden empírico o legislar en materia de felicidad” (pág. 195) y puesto que la propiedad privada es la principal expresión de la libertad y un medio necesario para alcanzar la felicidad, el Estado tampoco puede intervenir en cuestiones de las posesiones de los burgueses. Aquí se plantea pues una naciente dialéctica que será el fundamento de las ideas marxistas. La lucha de clases no es más que la emancipación de la clase trabajadora que debe tomar dominio sobre los medios de producción para poder entrar en el marco ideal del logro de la felicidad, sin embargo para Marx ya no será una búsqueda egoísta de la misma sino dentro de los mismos planteamientos de Hobbes, dentro del ideario común, dentro de la misma clase trabajadora. Poniendo en última medida los medios de producción al servicio de las necesidades de los trabajadores. De esta forma se invierte pues la relación sujeto-objeto, el sujeto no estará al servicio del objeto, sino que el sujeto se objetivará realmente en la transformación de la naturaleza para su propio desarrollo.


Una de las principales problemáticas que denotan la teoría de la política en Kant es la de los requisitos que los ciudadanos deben cumplir con el fin de llegar a ser parte de aquellos que redactan e imparten la Ley. ¿Hay una contradicción entonces de los planteamientos de Kant? Como no todos tienen propiedad privada, no todos pueden legislar, entonces la obediencia así mismo se extiende hacia la obediencia de los demás. Probablemente el desposeído (el que no tiene propiedad) sólo podrá obedecer lo que su conciencia dicta pero en el marco de la negatividad de las leyes que redactan los propietarios. “El problema central de la libertad en Kant se plantea en este punto porque no todos son legisladores, no cumpliéndose por ende uno de los requisitos fundamentales para ser libre, a saber, obedecerse a sí mismo” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 419). Hay aquí una ambivalencia entre lo formal y lo real, puesto que, tal como se da hoy en día, encontramos dos clases de ciudadanos, unos activos que definen el futuro de la nación mediante el planteamiento de leyes, y unos ciudadanos pasivos, sometidos a la representatividad obligada por el sistema, que no cuentan con los medios necesarios para ser parte de la dicción de las leyes, cuyo destino se encuentra determinado por la voluntad de los otros. Pareciera que  esta concepción política de Kant se extendiera hasta nuestros días. En el actual sistema político encontramos que la concepción del ciudadano pasivo ha sido formalizada en la democracia representativa. Por ley los ciudadanos independientes dejan la responsabilidad de crear las leyes para definir el futuro del país en un número limitado de actores políticos quienes cuentan no sólo con la propiedad privada, sino con algo mucho más valioso que ello, poseen las ilusiones de sus votantes. Se ha visto que las mismas leyes que se elaboran dañan gravemente el patrimonio y los derechos de los ciudadanos, como la privatización de los sistemas de salud, las actuales pretensiones de la reforma a la educación, que a través de la demagogia discursiva velan el término de privatización con el de inversión privada. En este sentido podemos deducir que la libertad kantiana requiere de la condición de propietario de algún bien, para su época y desde allí lo miraría Marx, sólo son libres aquellos que poseen los medios de producción y quienes se encuentran sometidos al trabajo como medio para supervivir, están alienados, por tanto estos no son totalmente libres; si bien no son esclavos, no son independientes del sistema. Necesitan emplearse en alguna fábrica para poder subsistir.


En Hegel encontramos de manera un poco más discursiva la c concepción de la libertad relacionada a la necesidad de la existencia de un Estado Absoluto en donde depositando la subjetividad se puede alcanzar la libertad. En sus planteamientos también podemos deducir que la  propiedad privada es la mediación necesaria para que haya libertad. Aunque Hegel elabora su concepción sobre la libertad a partir de la expresión abstracta de la persona, es necesario que exista la mediación de la propiedad privada para que el sujeto pueda expresar su libertad, “ la subjetividad de la persona alcanza objetividad, y por tanto libertad, sólo exteriorizándose, y esto no se puede dar más que a través de la propiedad, la cual se puede obtener por apropiación corporal, por la elaboración, y por designación” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 420). Se puede ver entonces como el Estado se sigue convirtiendo en garante no del bienestar de las personas, puesto que no debe intervenir en ello, sino en el garante del derecho a la propiedad. Pero ¿qué relación hay en ello con la clase trabajadora? Es lógico, para Hegel la libertad se logra mediante la objetivación, en ello la propiedad es la mediación, y la objetivación alude inevitablemente a la alienación de la subjetividad (ibíd. 420). Entonces todos se objetivan por medio de la propiedad privada. Y en la propiedad privada es donde está el trabajo, siendo los medios de producción las propiedades más importantes de la sociedad burguesa. Por lo tanto, es por medio del trabajo que se logra la exteriorización del sujeto, esto lo criticará Marx al confrontar la contradicción lógica de este argumento, puesto que son los burgueses los dueños de los medios de producción, la propiedad, y quienes trabajan no son dueños sino de su labor, por tanto su exteriorización no se patentiza en la libertad.  Así pues desde Hegel “la propiedad es la primera existencia de la libertad, entonces todo aquel que no sea propietario no es libre, o sea que no puede auto determinarse” (Ibíd., pág. 421), con ello se deduce que los no propietarios tampoco pueden constituir la condición de personas de derecho, puesto que no pueden hacer parte de la creación de las leyes, sólo obedecerlas. El papel del Estado en esta concepción es mucho más importante que en la de Kant, para Hegel el momento de mayor plenitud de la idea de libertad se da en el ámbito del Estado.” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 421), es en esta estructura del ideal absoluto donde el hombre alcanza su libertad mediante la objetivación de su subjetividad. El Estado es la superación de las contradicciones de las libertades de los individuos. Sin embargo ello supone entonces la anulación de la subjetividad, el hombre ahora hace parte ya de la masa. La individualidad queda inmediatamente diluida en la totalidad del Estado, esto de cierta manera incluye a la comunidad kantiana, las sociedades; es una pérdida total de cualquier parecer de diferencia para aunarse en la universalidad del Estado, en donde el sujeto se encuentra diluido. Es decir que la relación hombre estado pasa de ser estar de frente a el hombre estar contenido o absorbido en el Estado. Entonces encontramos que la libertad no se da centrada en la particularidad del sujeto, sino en la universalidad de la voluntad objetiva como proyección de la intersubjetividad, superando así la mera individualidad. Sin embargo esta tesis representa una problemática. Aunque formalmente todos son iguales porque están diluidos frente al estado y sus subjetividades ya no son efectivas, se podría notar en la vida pragmática de la sociedad moderna una doble visión. Por un lado la política formal que determinaba al Estado como ideal absoluto por sobre el cual ningún hombre o autoridad estaría, en lo que Spinoza, según Chaui (2000) constituía el paralelo reemplazo de la concepción teocéntrica del poder político; y por el otro lado encontramos  la política real en la cual son los burgueses quienes determinan los alcances del Estado mediante la redacción de las leyes, imperando así la ausencia de leyes que evitaran la explotación de la clase trabajadora con salarios paupérrimos, evitando los grandes monopolios y terratenientes, permitiendo a los bancos adquirir mayor poder económico. Es por ello que para Marx estas constituirán paradojas que por medio de sus contradicciones lógicas pretendían el poder económico en unos pocos y otros sometidos a ello.


Para desvelar las contradicciones de la teoría sobre propiedad privada y libertad, Marx comienza deconstruyendo los fundamentos abstractos de Kant y Hegel sobre un ideal de comunidad o Estado en los cuales todos los hombres son iguales. Argumentando que en lo real, lo material, lo experiencial es opuestamente distinto. La noción de igualdad por medio del absoluto y la objetivación sólo decanta en división. Es decir que cuanto más se abogaba por una sociedad objetiva en la cual las individualidades quedaban a un lado, se estaba creando realmente una división de la misma, creando un gran abismo, en una orilla los que poseían los medios de producción (la propiedad) y en la otra los que sólo tenían su fuerza de trabajo que ponían al servicio del capital, cuya única relación estaba constituida solamente por el trabajo impulsado por la necesidad. “El momento de unidad o comunidad sólo puede ser abstracto (el Estado) porque en la realidad, en la sociedad fragmentada, un interés común o general es imposible” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 424). Mediante el desvelamiento de las contradicciones lógicas que existen en las teorías idealistas para fundamentar y legitimar al Estado y  a la Propiedad privada, no abandona sin embargo la necesidad que existe de un estado civil, sin embargo piensa que el actual esta de cabeza. Al pensar en la importancia que tiene la interacción social en la vida política de una comunidad, nos damos cuenta del deterioro que existe en la sociedad cuando los únicos mecanismos de interacción están constituidos por el comercio, el trabajo y el mercantilismo. He aquí una denuncia del peligro de la objetivación en el objeto, en la cosa material, en el producto de su trabajo. Es decir que la vida del obrero queda enajenada en la producción de la mercancía. Allí en ese enajenamiento no hay libertad real. Desde la visión de Spinoza podríamos decir que la necesidad nace de instinto natural del hombre, el conatus; Chaui (2000) lo interpretará así: “De tal forma, el conatus parece generar dos efectos opuestos: la servidumbre como precio de la vida en común, o el aislamiento de los hombres racionales como precio de la libertad” (pág. 125). Es la gran incertidumbre del hombre moderno. Libertad por medio de la razón o servidumbre por medio del trabajo. Pero podríamos preguntarnos ¿Tiene un trabajador, con la necesidad de mantener una familia, el suficiente tiempo para pensar filosóficamente la libertad? Los burgueses sin embargo con muchos trabajadores a su servicio tendrían mucho tiempo libre para dedicar tiempo al pensamiento.


La crítica que hace Marx al Estado moderno, es que mediante la proposición de universalidad e intersubjetividad, en la cual la libertad se da en la objetivación de la subjetividad, realmente hay oculta la intensión de la clase burguesa de crear una escisión de la sociedad, una sociedad real y una sociedad ideal. Los postulados hegelianos sólo logran dar las bases para permitir el reino de la desigualdad material con una dicha pretendida igualdad formal. Con la instauración del Estado moderno el hombre ha sido condenado no sólo en el pensamiento y en la consciencia, sino también en la realidad a una doble vida, “una celestial y otra terrenal” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 424). Todos los medios de producción se convierten en el medio de la alienación del hombre, puesto que el trabajador pobre no tendría más opción que darse a la servidumbre en extensos y extenuantes horarios de trabajo. Sin embargo este trabajo no le dignifica, puesto que sólo trabaja para enriquecer más al capital, acrecentar la fortuna de los dueños de los medios de producción, “el idealismo político del Estado hipostasiado sólo sirve para asegurar y fijar el materialismo vulgar de la sociedad civil (Ibíd., pág. 424). Para Marx el hombre se hace libre por medio del trabajo, pero no un trabajo alienado que lo separa de su realización, sino del trabajo por el cual no solamente es capaz de trasformar a voluntad la naturaleza sino que por el cual se pueda transformar a sí mismo. Es decir que se trata de un trabajarse a sí mismo, un trabajo no orientado al objeto o la mercantilismo sino a la construcción de lo humano liberado de toda necesidad de subsistencia. Es decir que Marx veía en el modelo de Hobbes una similitud con el modelo de libertad tradicional (Chaui, 2000) por el cual el sujeto alienado por la explotación de su mano de obra, trabaja no como fruto de su libertad voluntaria transformadora de la realidad sino más bien impulsado por la necesidad.  Podremos concluir que “El hombre libre -y aquí se encuentra lejos de una concepción negativa de libertad, como en la visión kantiana- es el hombre que a través de la mediación del trabajo, vista ésta como su actividad vital, se transforma en ser genérico, en Hombre, en individuo verdaderamente libre” (Perez Jaime & Amadeo, 2000). Es decir que el hombre consigue su libertad por sí mismo, con el apoyo de una comunidad no-alienada. En donde el Estado garantice y potencialice sus derechos.



CONCLUSIONES


La libertad es una condición propia de la vida humana, desde la concepción kantiana podemos comprenderla como inherente al ser humano. Sin embargo desde las posturas políticas se corre el riesgo de tergiversarla o imponerle condiciones. La libertad no está posibilitada por la tenencia de bienes privados, sino más bien la tenencia de los bienes está posibilitada por la libertad humana. La libertad es una condición propia del hombre que encuentra su fundamento en la razón, en la crítica y en la ética. La libertad está dada por las libertades de los otros, no se puede concebir la libertad propia sin contemplar la libertad de los otros, en la medida de que todos los hombres sean libres estará garantizada su libertad. Sin embargo la libertad comporta una responsabilidad, el respeto a la libertad del otro es el límite de la propia libertad. Cuando se valora la libertad propia se valora la libertad del otro. Una de las características que encontramos en Kant es la capacidad del hombre de poder pensar su propio quehacer el en mundo y el hecho de que se entienda de que la libertad es el camino hacia la felicidad. Desde Hobbes podemos comprender que la libertad se convierte en un abstracto universal, es decir que todos tienen derecho a ser libres. Sin embargo cabe preguntarnos sobre los atenuantes de la libertad en la actualidad. Hoy la libertad es comprendida como la capacidad del libre desarrollo personal de la identidad y la libertad de expresar esta en medio de la sociedad. Por ello hoy día podemos observar como las leyes buscan proteger la libertad y promover el libre desarrollo de la personalidad. Tenemos derecho a ser libres, a expresarnos libremente, a poder movernos libremente. Sin embargo la idea de libertad se vuelve obscura cuando encontramos personas que no son libres en lo moral, o en lo político o en lo social.



La noción de la libertad frente al poder político encuentra ciertas dificultades. Por un lado se plantea que se ejerce por medio de la participación ciudadana en la democracia. Sin embargo cuando los gobiernos toman decisiones por medio de leyes se presume que las mismas son queridas por la nación, sin embargo las leyes suelen ir en contra de la libertad de los ciudadanos, como los allanamientos sin orden judicial en Estado de Excepción en algunos países. Incluso aquellos países que se auto-proclaman socialistas o comunistas atentan flagrantemente contra la libertad de aquellos que expresan su disentimiento de las decisiones de estos. Entonces podemos concluir que una verdadera noción de libertad debe nacer de los ciudadanos comunes, puesto que toda noción de libertad emanada de las estructuras políticas tendrá condicionamientos que van más allá de lo ético y lo moral. Una noción de libertad desde los ciudadanos al mismo tiempo debe ser pensada en el marco de la ética, puesto que hablar de libertad individual es también comprometerse con la libertad intersubjetivas. Hoy podemos ver como las concepciones negativas de la libertad se encuentran vigentes en la práctica, por un lado están los ciudadanos pobres, aquellos que no tienen mayor participación de la política que depositar un voto, y por otro lado los ciudadanos de la clase gobernante, que tienen el suficiente poder económico para mover las maquinarias políticas a su favor, hacer las leyes e imponerlas a los otros. Así la crítica de Marx sigue en pie, por medio de esta concepción de Estado no se logrará ni la libertad ni la felicidad, esta crítica recae incluso sobre aquellos que predican seguirle y han hecho un modelo político a nombre suyo.




Referencias



Chaui, M. (2000). Capítulo IV: Spinoza: poder y libertad. En A. Boron (Ed.), La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx (págs. 111-141). Buenos Aires: Ed. CLACSO. Obtenido de http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100609021149/5cap4.pdf

Perez Jaime, B., & Amadeo, J. (2000). El concepto de libertad en las teorías políticas de Kant, Hegel y Marx. En A. A. Boron (Ed.), La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx (págs. 413-430). Buenos Aires, Argentina: ED. CLACSO. Obtenido de http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/moderna/moderna.html

Rossi, M. A. (2000). Capítulo VII. Aproximaciones al pensamiento político de Immanuel Kant. En A. A. Boron (Ed.), La filosofía política moderna. De Hobbes a Marx (págs. 189-212). Buenos Aires: CLACSO. Obtenido de http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/moderna/moderna.html

miércoles, 27 de mayo de 2015

EL DESPLAZAMIENTO DEL CÍRCULO HERMENEUTICO AL DIÁLOGO



Tesis: La gran diferencia entre la hermenéutica de Heidegger y la de Gadamer, es que el primero la comprende como un círculo de comprensión fundamentado en el comprender el ser de modo existencia; mientras que en Gadamer la hermenéutica se vive en la experiencia del diálogo. En Heidegger la hermenéutica es un círculo de comprensión, en el cual la comprensión se inicia en el Ser para retornar al Ser. En Gadamer ya no hay circularidad sino dialecticidad. Es decir que para Gadamer la comprensión es una experiencia continua. Heidegger se había propuesto por terminar la recurrencia a la tradición para poder interpretar, porque la interpretación se debía realizar desde la misma experiencia de los escritores. Sin embargo llega más allá al concluir que “comprender se identifica con la existencia y con su orientación actuante”  (Gutiérrez, 2002, pág. 179), hay un total abandono de toda metodología posible e instrumentalismo, puesto que el ser tiene una existencia originariamente interpretativa. Mientras, Gadamer vuelve a las tradiciones como fuente de criterios válidos para guiar la interpretación; rescata las propiedades de la hermenéutica como medio para lograr el consenso por medio de la comprensión del otro. Una particularidad importante en la hermenéutica del lenguaje es la imposibilidad que un intérprete viva la misma experiencia del mismo modo que la vivió el escritor, sino que es una relación dialéctica que se da de forma diferente. De allí que para Gadamer para que se dé la experiencia hermenéutica se tiene que entablar un diálogo entre quien escribe y quien interpreta, ya que el que interpreta no puede abandonar su subjetividad y adentrarse en la del otro.

Ideas de fuerza 1: Para Heidegger la hermenéutica no tiene más fin que la búsqueda de sentido del ser. El ser por medio de la existencia interpretativa llega a descubrir su fundamento y su sentido frente a un inevitable final en la muerte. Por ello la hermenéutica heideggeriana restará importancia a la interpretación metodológica de textos, y la pondrá como medio por el cual el ser comprende su existencia en el ahí. La Facticidad de la comprensión lo lleva a preguntarse por el aquí y ahora, y dicha pregunta lo remitirá inevitablemente a su propio ser. Por ello la pregunta por el Ser lo confronta con el ser-ahí, del hombre arrojado al mundo enfrentado a la nada de la muerte; “la elaboración de la pregunta por el ser se entremezcla con la pregunta por el ser del hombre, ya que el preguntar es un modo de ser de aquel ser cuyo ser consiste en comprender de alguna manera lo que es Ser” (Gutiérrez, 2002, pág. 181). Para el autor la existencia autentica es el preguntarse por sí mismo, para este el hombre ha perdido mucho tiempo preguntándose por las cosas externas y por la comprensión del mundo que lo rodea, pero muy poco se pregunta por su Ser de hombre, elude su propio miedo a la finitud. Entonces esta pregunta por el ser ya comprende una respuesta implícita en ella misma, que es el hombre mismo, sin embargo es necesario comprenderla, así “la pregunta por el fundamento de lo que es pregunta por algo que como fundamento es desconocido pero que fundamentando es siempre y siempre de alguna manera, comprendido” (Gutiérrez, 2002, pág. 182), es decir que el mismo fundamento de la pregunta por el ser es hombre mismo, ese ser-ahí que se pregunta por el Ser. Por ello en la hermenéutica todo nace y vuele al mismo pinto, no es un círculo vicioso, es un circulo de perfección, que busca el encuentro del hombre con el fundamento del nombre mismo. Ese hombre que se sabe finito y busca vivir de modo autentico partiendo de la comprensión de su propia experiencia. “En la comprensión todo proviene del ser-ahí y todo apunta hacia él” (Gutiérrez, 2002, pág. 183). Por ello la idea de la hermenéutica en Heidegger ocupara el lugar de un medio de existencia más no un instrumento de comprensión de textos. Lo que la hermenéutica comprende ahora es al ser mismo, al hombre mismo. De esta manera la interpretación es desvelamiento, “comprender es sinónimo de iluminación no referida a objetos concretos sino al mundo en su totalidad; comprender no se relaciona para él con apropiación alguna de contenidos particulares sino con las posibilidades de realización de la existencia” (Gutiérrez, 2002, pág. 183), así pues en este sentido fin de la hermenéutica heideggeriana es desvelar los fundamentos del Ser-ahí, no se trata de llegar a comprensiones cognitivas sino en una existencia interpretativa. Es una interpretación que podríamos caracterizar como interiorista en el sentido que el ser, el que interpreta mira hacia el exterior pero para retornar a sí mismo. Sin embargo no puede entenderse como intimismo autista, sino desde la perspectiva de la alteridad, de la comprensión del sí mismo en referencia al mundo (Gutiérrez, 2002, pág. 186).

Idea de Fuerza 2: Por el contrario, “Gadamer disiente de esta lectura e inicia su propio camino, al sentir la necesidad de pasar de una analítica existencial a una dialéctica existencial de la que surja la Hermenéutica” (Gutiérrez, 2002, pág. 187), así la mirada del intérprete se fija sobre el lenguaje, medio de la existencia del ser-ahí, donde concurren los significados con los significantes. Así mismo el lenguaje es eje de la interpretación. La hermenéutica del diálogo lo lleva al encuentro con el otro sin perder la propia subjetividad, es el encuentro de dos subjetividades, la del escritor y la del intérprete, son dos seres-ahí que entran en relación de diálogo y buscan acuerdo en una cosa, intentan establecer un entendimiento entre sus maneras de percibir la realidad, el acuerdo se da con base en que cada uno interpreta el mensaje en el lenguaje del otro. Este centrarse en el lenguajes es porque este constituye el medio principal por el que los dialogantes usan para tratar de ponerse de acuerdo en la cosa (Gadamer, 2003). Así la hermenéutica busca un retorno a las fuentes y a las tradiciones dado que se llega a comprender que la historicidad de la interpretación aporta un movimiento dinámico a la misma. Entonces esto significó para Gadamer un retorno a la dialéctica platónica, a ese diálogo no de contradicciones sino en búsqueda de concordancias superiores. Esto quiere decir que las mentes de aquellos dialogantes se acoplan a la cosa sobre la cual discuten y poco a poco en el comprender la mente se amolda sobre la cosa comprendida, sin embargo dicho amoldamiento no es de la mente dentro de la cosa, sino de la mente envolviendo la cosa. A diferencia del ser-ahí heideggeriano que comprende al mundo desde un circulo que comienza y culmina en sí mismo, en la hermenéutica de Gadamer la comprensión se logra gracias al apoyo de la perspectiva del otro, así "[La Dialéctica] vive de la fuerza del entendimiento dialógico, del acompañamiento comprensivo del otro, y en cada uno de sus pasos tiene su soporte en el cerciorarse del asentimiento del interlocutor" (Gadamer, 1968, pág. 13, Citado por Gutiérrez, 2002, pág. 188). Entonces en la hermenéutica gadameriana se trata de un caminar no en un círculo ininterrumpido, sino en una espiral que con base en las tradiciones lleva al intérprete a encontrar nuevos significados.


Conclusiones

Ciertamente uno de los puntos que llevan a un distanciamiento en las concepciones sobre la hermenéutica entre Gadamer y Heidegger fue el regreso del primero a la dialéctica de Platón, de quien Aristóteles fue crítico y que fuera el origen del fundamento ontológico de Heidegger. Un punto importante que marca la diferencia entre ambas hermenéuticas es el movimiento que ocurre en el intérprete, puesto que en Heidegger la comprensión siempre es el sí mismo¸ mientras que en Gadamer la comprensión va más allá del sí mismo; esta se da en un diálogo directo no con lo otro, sino con el otro en torno a lo otro, que es la cosa. Ambas visiones marcan un movimiento ontológico contrapuesto, puesto que en el primero el movimiento el totalmente circular, y en el segundo el movimiento no es perfectamente circular puesto que choca con el otro. Por tanto el movimiento de la comprensión final no será substancialmente idéntica al movimiento inicial de la misma. Es preciso tener en cuenta que la experiencia dialógica que vive Gadamer con Heidegger en torno a la misma cosa [la hermenéutica] es lo que lo lleva a definir el diálogo como centro de gravedad de la misma.

Referencia:

Gutiérrez, C. B. (2002). Del círculo al diálogo. El comprender de Heidegger a Gadamer. En Temas de filosofía hermenéutica (págs. 177-198). Bogotá: Uniandes.

Gadamer, H.-G. (2003). Verdad y Método (Decima ed., Vol. I). (A. A. Aparicio, & R. d. Agapito, Trads.) Salamanca, España: Ediciones Sígueme.