INTRODUCCIÓN
Así desde el apoyo de los escritos
de Chaui (Spinoza:
poder y libertad, 2000) y Rossi (Aproximaciones al pensamiento político de
Immanuel Kant, 2000) podremos observar como las concepciones
políticas de la libertad humana desde las perspectivas de Spinoza y Kant se
centran en lograr una diferenciación conceptual mas no estructural de las
concepciones teológicas de la libertad. Ambos autores coincidirán que la noción
de libertad aunque nace de la concepción individual de la persona, esta se
perderá en la objetivación ya sea en la comunidad originaria o el absolutismo
del estado. Sin embargo nuestro análisis de las producciones de los autores
citados estará orientado a conocer los principios y las limitaciones de la
concepción Kantiana y Hobbiana, para ello nos cimentaremos en las críticas de
Carlos Marx a sus concepciones políticas, llegando incluso a observar como
dichas concepciones generan una dualidad jurídica entre lo real y lo formal,
situación que también hoy en día observamos y constatamos. Así veremos que las
intenciones de Marx no son la de implantar un gobierno radical, puesto que este
también ve con desconfianza la actuación del Estado, y aboga que por medio del
trabajo el hombre puede conseguir su libertad, sin embargo no es una libertad
egoísta, es una libertad que tiene su encuentro con otras libertades, es una
libertad intersubjetiva, una facultad compartida con otros.
LA IDEA DE LIBERTAD: UN
DESPLAZAMIENTO DESDE UNA PERSPECTIVA DE LA NEGATIVIDAD
A LA CONSTRUCCIÓN DE UNA VERDADERA LIBERTAD MEDIANTE LA TRANSFORMACIÓN AUTÓNOMA
DEL TRABAJO COMO FUNDAMENTO.
Pareciera que Kant,
Hobbes y Marx no intentan definir el concepto de libertad propiamente sino que
a través de la noción de libertad tratan especialmente de justificar la
posesión de la propiedad privada y los medios de producción y los fines de los
mismos. Desde Kant no se es libre en cuanto que poseamos alguna propiedad,
puesto que no todos la tendrían, sino que más bien, porque al ser libres es que
se tiene el derecho a la propiedad, es decir que la libertad se evidencia en la
posesión. De hecho el primer postulado sobre la posesión se trata del respeto a
la posesión del otro, en palabras textuales es “la aprehensión de un
objeto que no pertenece a nadie; de lo contrario, se opondría a la libertad de
otros según leyes universales (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 415). Sin embargo ello
sólo puede suceder en un ámbito comunitario, es decir que la comunidad es la
que posibilita la libertad, por ello la libertad individual no puede ir en
contra de la libertad comunitaria, por ser este ámbito el que posibilita la
noción jurídica del ejercicio de la libertad. En la visión kantiana de
libertad, esta es la primera posibilidad para alcanzar la libertad, la
propiedad privada puede ser un medio para conseguir tal fin, y esta sin duda
está definida hasta la libertad de los otros, es decir que en la búsqueda de la
felicidad personal cada uno tiene unos
límites manifestados en la presencia de los otros en la comunidad. El papel que
juega el Estado es garantizar que se den las posibilidades necesarias para que
ello suceda, “el Estado no debe procurar la felicidad de los ciudadanos, debe
vigilarlos para que en la búsqueda individual de ésta sólo se usen medios
compatibles con la libertad de los otros, incluyendo el uso que cada uno
realice de su propiedad.” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 417). Con ello se puede
interpretar que la libertad esta ordenada a la consecución de la felicidad,
pero desde la visión política de Kant (Rossi, 2000)
el Estado no es proveedor de felicidad, simplemente garantiza el derecho a la
propiedad privada medio por el cual el ciudadano ejerciendo su libertad puede
alcanzarla. Entones vemos que aunque en un primer momento podemos ver en Kant
una visión de libertad que se ejerce por medio de la voluntad moral del
individuo, vemos cómo en la esfera de lo político la libertad se encuentra determinada
por la posesión de la propiedad privada, podemos deducir entonces que la noción
de liberad de Kant no tiene ninguna trascendencia humanística sino más bien es
una posibilidad abstracta que sólo se logra en la medida que se pueda dar la
posesión de los bienes materiales. “En la concepción teórico-política kantiana,
los individuos verdaderamente libres son los propietarios, ya que sólo a éstos
corresponde obedecer las leyes que ellos mismos elaboran” (Perez Jaime
& Amadeo, 2000, pág. 414), es decir que esta
es una noción universal en lo formal sin embargo veremos más adelante como en
lo real sólo es una parábola de la visión de la historia humana desde la civitas dei de San Agustín; noción que
también encontramos reflejada en la concepción hobbiana de la libertad como un
abstracto.
Desde las
perspectivas de Kant y Hobbes el concepto de libertad sólo puede ser entendido
en el marco de la existencia de una constitución civil, ya que sin derecho no
existe libertad, entendida ésta en términos políticos (Perez Jaime
& Amadeo, 2000, pág. 417), sin embargo la libertad
kantiana sólo puede ser entendida en forma negativa, es decir dentro de las
restricciones de la ley. No hay una libertad propiamente a través de la
voluntad sino dentro de un marco jurídico de la prohibición, es decir eres
libre sólo en cuanto no hagas aquello que esta moralmente reprobado. Entonces libertad
y derecho están ligados ¿cómo? Por medio de la coacción, que es el uso de la
fuerza y la manifestación del derecho para defender los derechos de los
individuos. Sin derecho no hay libertad. El derecho se
comprende como objetivación de la voluntad pública (ibíd., 419), entendida ésta como voluntad del pueblo entero se
convierte así en el cimiento y posibilitador de la libertad, dado pues que al
legislar en lo público se da al mismo tiempo una legislación sobre sí mismo,
esta sin duda es una muestra de los planteamientos de la ética autónoma. Esta
condición de derecho es la que permite a los ciudadanos libres la redacción y difusión
de sus códigos legales, pero para modo de que un ciudadano libre pueda ejercer
la potestad de la creación de la ley debe poseer dominio sobre la propiedad
privada. Es decir que aquellos desposeídos no tendrían el mismo derecho,
tendrían una libertad ambigua, puesto que son libres, pero su mano de obra está
empeñada en las fábricas de los burgueses, son libres pero deben obedecer las
leyes que otros elaboran, las leyes que sus mismos patrones dictan. Es
contradictoria esta noción, a ello Marx reaccionará desmantelando los
fundamentos de la libertad kantiana y la de Hobbes, el papel que juega el
estado y las leyes en la vida socio-económica de los trabajadores. Para Kan se
es libre, pero las limitaciones son mayores, en las condiciones jurídicas y
económicas. “La razón debe limitar su uso crítico. No hay otro camino que el de
la obediencia. Si por un lado se debe criticar, por el otro se debe obedecer” (Rossi,
2000, pág. 191).
La autonomía, de la cual se hace gala en la filosofía moderna, se da sólo en el
marco de los otros, que a la vez son los límites de su libertad y voluntad y
restringen un repentino intento por anular la libertad de los otros. Esta
noción no es otra que el reemplazo de las teorías de la voluntad y el
poder-Dios, atribuidas al Estado y las leyes (Chaui, 2000).
Cabría preguntarse por quiénes son los redactores de ambas concepciones. Detrás
de las teorías del orden teológico de la política se encuentran los señores
feudales que también conformaban la Iglesia de la edad media; así también en la
modernidad están los burgueses dueños de propiedad privada que reclamaban
libertad y autonomía del poder eclesiástico y de los estados nacionales nacientes.
Detrás de ambas nociones se esconde el mismo interés económico y de poder sobre
otros. Es curioso que estas ideas de libertad y autonomía sean redactadas detrás de escritorios ubicados en suntuosas
casas por pensadores de las élites que conformaban el poder y en manos de
quienes se encontraba concentrada la propiedad y el comercio. Es en ello donde
Marx comienza a sospechar de las teorías de la libertad, el derecho y el estado.

Una
de las principales problemáticas que denotan la teoría de la política en Kant
es la de los requisitos que los ciudadanos deben cumplir con el fin de llegar a
ser parte de aquellos que redactan e imparten la Ley. ¿Hay una contradicción
entonces de los planteamientos de Kant? Como no todos tienen propiedad privada,
no todos pueden legislar, entonces la obediencia
así mismo se extiende hacia la obediencia de los demás. Probablemente el
desposeído (el que no tiene propiedad) sólo podrá obedecer lo que su conciencia
dicta pero en el marco de la negatividad de las leyes que redactan los
propietarios. “El problema central de la libertad en Kant se plantea en este
punto porque no todos son legisladores, no cumpliéndose por ende uno de los
requisitos fundamentales para ser libre, a saber, obedecerse a sí mismo” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 419). Hay aquí una
ambivalencia entre lo formal y lo real, puesto que, tal como se da hoy en día,
encontramos dos clases de ciudadanos, unos activos que definen el futuro de la nación
mediante el planteamiento de leyes, y unos ciudadanos pasivos, sometidos a la representatividad
obligada por el sistema, que no cuentan con los medios necesarios para ser
parte de la dicción de las leyes, cuyo destino se encuentra determinado por la
voluntad de los otros. Pareciera que
esta concepción política de Kant se extendiera hasta nuestros días. En
el actual sistema político encontramos que la concepción del ciudadano pasivo
ha sido formalizada en la democracia representativa. Por ley los ciudadanos
independientes dejan la responsabilidad de crear las leyes para definir el
futuro del país en un número limitado de actores políticos quienes cuentan no
sólo con la propiedad privada, sino con algo mucho más valioso que ello, poseen
las ilusiones de sus votantes. Se ha visto que las mismas leyes que se elaboran
dañan gravemente el patrimonio y los derechos de los ciudadanos, como la
privatización de los sistemas de salud, las actuales pretensiones de la reforma
a la educación, que a través de la demagogia discursiva velan el término de privatización con el de inversión privada. En este sentido
podemos deducir que la libertad kantiana requiere de la condición de
propietario de algún bien, para su época y desde allí lo miraría Marx, sólo son
libres aquellos que poseen los medios de producción y quienes se encuentran
sometidos al trabajo como medio para supervivir, están alienados, por tanto
estos no son totalmente libres; si bien no son esclavos, no son independientes
del sistema. Necesitan emplearse en alguna fábrica para poder subsistir.
En
Hegel encontramos de manera un poco más discursiva la c concepción de la
libertad relacionada a la necesidad de la existencia de un Estado Absoluto en
donde depositando la subjetividad se puede alcanzar la libertad. En sus
planteamientos también podemos deducir que la propiedad privada es la mediación necesaria
para que haya libertad. Aunque Hegel elabora su concepción sobre la libertad a
partir de la expresión abstracta de la persona, es necesario que exista la
mediación de la propiedad privada para que el sujeto pueda expresar su
libertad, “ la subjetividad de la persona alcanza objetividad, y por tanto
libertad, sólo exteriorizándose, y esto no se puede dar más que a través de la
propiedad, la cual se puede obtener por apropiación corporal, por la
elaboración, y por designación” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 420). Se puede ver entonces como el Estado se
sigue convirtiendo en garante no del bienestar de las personas, puesto que no
debe intervenir en ello, sino en el garante del derecho a la propiedad. Pero ¿qué
relación hay en ello con la clase trabajadora? Es lógico, para Hegel la
libertad se logra mediante la objetivación, en ello la propiedad es la
mediación, y la objetivación alude inevitablemente a la alienación de la
subjetividad (ibíd. 420). Entonces todos se objetivan por medio de la
propiedad privada. Y en la propiedad privada es donde está el trabajo, siendo
los medios de producción las propiedades más importantes de la sociedad
burguesa. Por lo tanto, es por medio del trabajo que se logra la
exteriorización del sujeto, esto lo criticará Marx al confrontar la
contradicción lógica de este argumento, puesto que son los burgueses los dueños
de los medios de producción, la propiedad, y quienes trabajan no son dueños
sino de su labor, por tanto su exteriorización no se patentiza en la
libertad. Así pues desde Hegel “la
propiedad es la primera existencia de la libertad, entonces todo aquel que no
sea propietario no es libre, o sea que no puede auto determinarse” (Ibíd.,
pág. 421), con ello se deduce que los no propietarios tampoco pueden
constituir la condición de personas de derecho, puesto que no pueden hacer
parte de la creación de las leyes, sólo obedecerlas. El papel del Estado en
esta concepción es mucho más importante que en la de Kant, “para
Hegel el momento de mayor plenitud de la idea de libertad se da en el ámbito
del Estado.” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 421), es en esta
estructura del ideal absoluto donde el hombre alcanza su libertad mediante la
objetivación de su subjetividad. El Estado es la superación de las
contradicciones de las libertades de los individuos. Sin embargo ello supone
entonces la anulación de la subjetividad, el hombre ahora hace parte ya de la
masa. La individualidad queda inmediatamente diluida en la totalidad del
Estado, esto de cierta manera incluye a la comunidad kantiana, las sociedades;
es una pérdida total de cualquier parecer de diferencia para aunarse en la
universalidad del Estado, en donde el sujeto se encuentra diluido. Es decir que
la relación hombre estado pasa de ser estar de frente a el hombre estar
contenido o absorbido en el Estado. Entonces encontramos que la libertad no se
da centrada en la particularidad del sujeto, sino en la universalidad de la
voluntad objetiva como proyección de la intersubjetividad, superando así la
mera individualidad. Sin embargo esta tesis representa una problemática. Aunque
formalmente todos son iguales porque están diluidos frente al estado y sus
subjetividades ya no son efectivas, se podría notar en la vida pragmática de la
sociedad moderna una doble visión. Por un lado la política formal que
determinaba al Estado como ideal absoluto por sobre el cual ningún hombre o
autoridad estaría, en lo que Spinoza, según Chaui
(2000) constituía el paralelo reemplazo de la concepción teocéntrica del
poder político; y por el otro lado encontramos la política real en la cual son los burgueses
quienes determinan los alcances del Estado mediante la redacción de las leyes,
imperando así la ausencia de leyes que evitaran la explotación de la clase
trabajadora con salarios paupérrimos, evitando los grandes monopolios y
terratenientes, permitiendo a los bancos adquirir mayor poder económico. Es por
ello que para Marx estas constituirán paradojas que por medio de sus
contradicciones lógicas pretendían el poder económico en unos pocos y otros
sometidos a ello.
La crítica que
hace Marx al Estado moderno, es que mediante la proposición de universalidad e
intersubjetividad, en la cual la libertad se da en la objetivación de la
subjetividad, realmente hay oculta la intensión de la clase burguesa de crear
una escisión de la sociedad, una sociedad real y una sociedad ideal. Los
postulados hegelianos sólo logran dar las bases para permitir el reino de la
desigualdad material con una dicha pretendida igualdad formal. Con la
instauración del Estado moderno el hombre ha sido condenado no sólo en el
pensamiento y en la consciencia, sino también en la realidad a una doble vida,
“una celestial y otra terrenal” (Perez Jaime & Amadeo, 2000, pág. 424). Todos los medios de
producción se convierten en el medio de la alienación del hombre, puesto que el
trabajador pobre no tendría más opción que darse a la servidumbre en extensos y
extenuantes horarios de trabajo. Sin embargo este trabajo no le dignifica,
puesto que sólo trabaja para enriquecer más al capital, acrecentar la fortuna
de los dueños de los medios de producción, “el idealismo político del Estado
hipostasiado sólo sirve para asegurar y fijar el materialismo vulgar de la
sociedad civil (Ibíd., pág. 424). Para
Marx el hombre se hace libre por medio del trabajo, pero no un trabajo alienado
que lo separa de su realización, sino del trabajo por el cual no solamente es
capaz de trasformar a voluntad la naturaleza sino que por el cual se pueda
transformar a sí mismo. Es decir que se trata de un trabajarse a sí mismo, un
trabajo no orientado al objeto o la mercantilismo sino a la construcción de lo
humano liberado de toda necesidad de subsistencia. Es decir que Marx veía en el
modelo de Hobbes una similitud con el modelo de libertad tradicional (Chaui, 2000) por el cual el
sujeto alienado por la explotación de su mano de obra, trabaja no como fruto de
su libertad voluntaria transformadora de la realidad sino más bien impulsado
por la necesidad. Podremos concluir que “El
hombre libre -y aquí se encuentra lejos de una concepción negativa de libertad,
como en la visión kantiana- es el hombre que a través de la mediación del
trabajo, vista ésta como su actividad vital, se transforma en ser genérico, en
Hombre, en individuo verdaderamente libre” (Perez Jaime & Amadeo, 2000). Es decir que el
hombre consigue su libertad por sí mismo, con el apoyo de una comunidad
no-alienada. En donde el Estado garantice y potencialice sus derechos.
CONCLUSIONES
La libertad es una
condición propia de la vida humana, desde la concepción kantiana podemos
comprenderla como inherente al ser humano. Sin embargo desde las posturas
políticas se corre el riesgo de tergiversarla o imponerle condiciones. La
libertad no está posibilitada por la tenencia de bienes privados, sino más bien
la tenencia de los bienes está posibilitada por la libertad humana. La libertad
es una condición propia del hombre que encuentra su fundamento en la razón, en
la crítica y en la ética. La libertad está dada por las libertades de los
otros, no se puede concebir la libertad propia sin contemplar la libertad de
los otros, en la medida de que todos los hombres sean libres estará garantizada
su libertad. Sin embargo la libertad comporta una responsabilidad, el respeto a
la libertad del otro es el límite de la propia libertad. Cuando se valora la
libertad propia se valora la libertad del otro. Una de las características que
encontramos en Kant es la capacidad del hombre de poder pensar su propio quehacer
el en mundo y el hecho de que se entienda de que la libertad es el camino hacia
la felicidad. Desde Hobbes podemos comprender que la libertad se convierte en
un abstracto universal, es decir que todos tienen derecho a ser libres. Sin
embargo cabe preguntarnos sobre los atenuantes de la libertad en la actualidad.
Hoy la libertad es comprendida como la capacidad del libre desarrollo personal de
la identidad y la libertad de expresar esta en medio de la sociedad. Por ello
hoy día podemos observar como las leyes buscan proteger la libertad y promover
el libre desarrollo de la personalidad. Tenemos derecho a ser libres, a
expresarnos libremente, a poder movernos libremente. Sin embargo la idea de
libertad se vuelve obscura cuando encontramos personas que no son libres en lo
moral, o en lo político o en lo social.
La noción de la
libertad frente al poder político encuentra ciertas dificultades. Por un lado
se plantea que se ejerce por medio de la participación ciudadana en la
democracia. Sin embargo cuando los gobiernos toman decisiones por medio de
leyes se presume que las mismas son queridas por la nación, sin embargo las
leyes suelen ir en contra de la libertad de los ciudadanos, como los allanamientos sin orden judicial en Estado
de Excepción en algunos países. Incluso aquellos países que se
auto-proclaman socialistas o comunistas atentan flagrantemente contra la libertad
de aquellos que expresan su disentimiento de las decisiones de estos. Entonces
podemos concluir que una verdadera noción de libertad debe nacer de los
ciudadanos comunes, puesto que toda noción de libertad emanada de las
estructuras políticas tendrá condicionamientos que van más allá de lo ético y
lo moral. Una noción de libertad desde los ciudadanos al mismo tiempo debe ser
pensada en el marco de la ética, puesto que hablar de libertad individual es
también comprometerse con la libertad intersubjetivas. Hoy podemos ver como las
concepciones negativas de la libertad se encuentran vigentes en la práctica,
por un lado están los ciudadanos pobres, aquellos que no tienen mayor
participación de la política que depositar un voto, y por otro lado los
ciudadanos de la clase gobernante, que tienen el suficiente poder económico
para mover las maquinarias políticas a su favor, hacer las leyes e imponerlas a
los otros. Así la crítica de Marx sigue en pie, por medio de esta concepción de
Estado no se logrará ni la libertad ni la felicidad, esta crítica recae incluso
sobre aquellos que predican seguirle y han hecho un modelo político a nombre
suyo.
Referencias
Chaui, M. (2000). Capítulo IV:
Spinoza: poder y libertad. En A. Boron (Ed.), La filosofía política
moderna. De Hobbes a Marx (págs. 111-141). Buenos Aires: Ed. CLACSO.
Obtenido de
http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/clacso/se/20100609021149/5cap4.pdf
Perez
Jaime, B., & Amadeo, J. (2000). El concepto de libertad en las teorías
políticas de Kant, Hegel y Marx. En A. A. Boron (Ed.), La filosofía
política moderna. De Hobbes a Marx (págs. 413-430). Buenos Aires,
Argentina: ED. CLACSO. Obtenido de
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/moderna/moderna.html
Rossi,
M. A. (2000). Capítulo VII. Aproximaciones al pensamiento político de
Immanuel Kant. En A. A. Boron (Ed.), La filosofía política moderna. De
Hobbes a Marx (págs. 189-212). Buenos Aires: CLACSO. Obtenido de
http://biblioteca.clacso.edu.ar/ar/libros/moderna/moderna.html