martes, 12 de julio de 2016

La Fuente de la Filosofía de la Liberación como Filosofía Latinoamericana - Artículo Filosófico

TÍTULO: La posibilidad de la generación de un movimiento crítico en la periferia que se aleje de todas las premisas del marxismo sea clásico, progresista o renovado es la fuente de una Filosofía de la Liberación auténticamente latinoamericana.


Resumen


La filosofía latinoamericana se ha caracterizado por su postura crítica frente a todo poder hegemónico,  así esta crítica hunde sus raíces deconstructivas hasta las profundidades históricas de la conquista y colonización como primera fuente de los problemas latino americanos. Por ello la filosofía de la liberación como pensamiento crítico latino americano se propone como una interpretación comprensiva y crítica de la historia y de la actualidad social. En este proceso la inmanencia de la filosofía de la liberación es irreductible, aunque no se priva de la pregunta por la trascendencia del ser latino americano. Uno de los elementos preponderantes que proponemos para una filosofía de la liberación y la filosofía latinoamericana en general es la noción del ciudadano como centro y fundamento de toda construcción política democrática. Así no se puede pensar sólo en la condición del proletario, sino en la condición del ciudadano latino americano como universalidad que configura el pensamiento crítico latino americano. Desde su centralidad nueva, la filosofía latino americana y en especial la filosofía de la liberación latino americana adquieren dimensiones contextualizadas de las condiciones del sujeto-ciudadano, así se genera una ética ciudadana propia, una crítica a las instituciones sociales que perpetúan el eurocentrismo.

Palabras claves: Filosofía de la liberación, contextualización regional, marxismo, filosofía latinoamericana, ética ciudadana.


Abstract


Latin American philosophy has been characterized by its critical stance against any hegemonic power, so this review has its deconstructive historical roots to the depths of the conquest and colonization as the primary source of Latin American problems. Thus philosophy of liberation as Latin American critical thinking is proposed as a comprehensive interpretation and criticism of social history. In this process the immanence of philosophy of liberation is irreducible, although not deprived of the question of the importance of being Latin American. One of the preponderant elements we propose for a philosophy of liberation and Latin American philosophy in general is the notion of the citizen as the center and foundation of all democratic political construction. So you can not think only about the condition of the proletariat, but on the condition of the Latin American citizen as universality that sets the Latin American critical thinking. From its new centrality, Latin American philosophy, especially the philosophy of Latin American liberation acquire contextualized dimensions of the conditions of the subject-citizen and citizen own ethics, a critique of social institutions that perpetuate Eurocentrism is generated.

Keywords: Philosophy of Liberation, regional contextualization, Marxism, Latin American philosophy, ethic of citizenship.

AUTOR: ALEXIS ROJAS DONADO
Mayo de 2016


INTRODUCCIÓN


En este ensayo se pretenden abordar de manera crítica a la concepción de política Duselliana desde los riesgos que se presentan a esta como el poder devenir en un populismo, si esta se involucra demasiado en las repercusiones prácticas de las teorías neo-marxistas desde la posiciones dicotómicas de la realidad social como es la lucha de clases, la lucha por los pobres frente a los ricos, entre otras. En primer se hace referencia la forma en como el discurso de la lucha de clases puede llegar a desembocar en una concepción dual de la sociedad en la que los pobres no llegan a tener los mismos derechos de los ricos, y la pobreza es sobrevalorada como fundamento legitimador decir que los actuales discursos populistas que se sustentan en la pobreza como fuente de su permanencia, siendo pocos esfuerzos para superarla, siendo este un mal social que atenta contra los derechos humanos. Por el otro lado se hace una crítica dirigida a la mentalidad generada en las teorías políticas de izquierda en donde se concibe al pobre como un ente pasivo en espera de ser sacado de su letargo. Por ello se retoma el discurso Duselliano desde la concepción del ciudadano como fuente de toda emancipación política y transformación social, donde todos como iguales en derecho y dignidad ante las clausulas pétreas de la constitución, mediante la formación ciudadana se pueden superar las barreras del individualismo y el aislamiento, el egoísmo económico que ha acrecentado la brecha entre los ricos y pobres, mediante el empobrecimiento de muchos para el enriquecimiento de pocos. En este ensayo no plantea tampoco la clásica pretensión de empobrecer a los ricos y enriquecer a los pobres, ni justificando a los ricos (mucho menos) terminando la lucha en el establecimiento de una nueva forma de capitalismo, sino desde la equidad política y la protección de los derechos del ciudadano.


Este escrito sin embargo no pretende una crítica a toda la obra de Dussel, ya que ello nos daría para la realización de un compendio paralelo a lo escrito por el autor, sino que busca enfocarse a una crítica de la concepción dusseliana de los orígenes de la problemática social-cultural de Latinoamérica, del pensamiento latino americano como filosofía de la liberación con construcciones teóricas neomarxistas, con el objetivo de poder elaborar una ampliación de dicha concepción hacia la demostración de una filosofía latino americana libre de todo eurocentrismo capitalista o comunista, neoliberal o neomarxistas; a cambio se propone un pensamiento filosófico crítico latino americano contextualizado en el presente con base en una teoría política y ética desde el ciudadano y sujeto como tal. La categorización de la filosofía de la liberación debe estar organizada ciertamente dentro del contexto de los pensamientos filosóficos latino americanos e ir más allá hacia la constitución de una filosofía propiamente latino americana. Es decir que la filosofía de la liberación además de ser pensamiento latino americano, al ser llamada filosofía latino americana se reconoce su fundamento en la construcción conceptual de sentido en las esferas del pensamiento latino americano. Es decir que nace de la condición propia de latino América. Por ello la filosofía de la liberación debe ser pensada y ejercida como disciplina desde las condiciones propias.

En este artículo se pretende dar a la filosofía de la liberación un lugar propio en el contexto latino americano, de sus propias condiciones y de sus propios pensamientos e interpretación de su propia realidad.  Dussel en sus obras establece una crítica al eurocentrismo y todas sus manifestaciones en el pensamiento latino americano, muy marcado en la actualidad de manera constante en los centros de estudios, en los modelos políticos y económicos, en la valoración de la cultura como un producto de buena o mala calidad. De esta manera desde la postura dusseliana se hace una crítica profunda a todo contenido teoría eurocentrista asumido en latino América como palabra de verdad, y los cuales se tratan de aplicar en un contexto cuyas estructuras no son compatibles, a lo cual se le puede conocer también con los conceptos de hegemonización, globalización, civilización, entre otros. Por otro lado se establece una relación casi a priori entre la filosofía de la liberación y el marxismo. Esta relación sin duda es evidente. Lo que no es evidente y parece descartarse de manera a priori también, es que el marxismo en todas sus formas desde el socialismo hasta el marxismo renovado, también es una forma de pensamiento traída desde Europa oriental actualmente, pero que su seno y nacimiento se da entre Alemania y Rusia como pensamiento y que es entre Rusia totalitariamente que se impone como ideología nacional, en Alemania no pasó a ser posteriormente un movimiento político fuerte pero perseguido, al igual que otros movimientos políticos importante, por el fascismo del nacismo.


Por ello aquí se hace un análisis de la influencia del eurocentrismos en todas sus formas y que dicha influencia no deja de ser una incidencia del pensamiento eurocentrista, si bien no comulga con el ideario del capitalismo y el neoliberalismo con una estructura política controlada por la hegemonía del capital económico, por el otro lado encontramos una política controlada por la hegemonía de una sola ideología, de una sola inclinación política, supresión de partidos políticos, criminalización del derecho a disentir, exilio de quienes piensan distinto del Estado, priones y persecuciones políticas; en sólo concepto, un totalitarismo de Estado desde una ideología política única, con el advenimiento de la supresión de la diversidad política y cultural. Por eso en este artículo se propone una filosofía de la liberación como filosofía latino americana propiamente, emergida desde la contextualización regional y de la condición propia de sujeto-ciudadano latino americana, que en primer lugar sea crítica abierta frente a todo movimiento político totalitario y hegemónico, que defienda al otro desde su condición como pobre, como excluido político, como ciudadano alienado en el sistema de la maquinaria electoral, en la reactivación de la ciudadanía como fundamento del poder, que critica no sólo la esfera de las políticas económicas, sino también la esfera de las políticas democráticas restrictivas.







La posibilidad de la generación de un movimiento crítico en la periferia que se aleje de todas las premisas del marxismo sea clásico, progresista o renovado es la fuente de una Filosofía de la Liberación auténticamente latinoamericana.


1. La filosofía de la liberación y los fenómenos revolucionarios en América latina.


Ciertamente la filosofía de la liberación clásica en América latina tiene sus raíces en la reinterpretación del marxismos desde las propias entrañas filosóficas y políticas del continente suramericano, sin embargo la posibilidad de que este discurso postmoderno de crítica profunda al sistema capitalista puede devenir en el la reducción de populismos y concepciones dicotómicas de una realidad que es demasiado diversa, en la cual no sólo se puede tener una referencia a los derechos económicos de los pobres frente a los ricos ni la concepción de un estado que castigue a unos y apremie a otros, sino en la apertura a la luchas sociales que buscan restablecer y fundamentar la política sobre los derechos del ciudadano. Los discursos clásicos del populismo que han devenido en la detentación del poder como por ejemplo en los países de Cuba y Venezuela han terminado en el establecimiento de totalitarismo que se contraponen efectivamente ante cualquier emancipación del ciudadano como individuo social. Así resulta entonces gracias a los ejemplos de la realidad que la política se convierte en una balanza hecha no para mantener el equilibrio del poder público sino que la misma se inclina en favor de unos y en contra de otras, haciendo de la política un aparato de dominio despótico de unos sobre otro. Es necesario destacar que los movimientos políticos surgidos de la lucha de clases, de las revoluciones que han sido consecuencia de la interpretación radical del discurso comunista, han logrado contraponerse a la hegemonía del poder económico y al gobierno despótico de élites que no dieron una adecuada rotación al poder político, asentadas sobre la herencia de la colonización permanente, desde la de 1492 (Dussel, 1492 - EL encubrimiento del otro, 1994) hasta las nuevas colonizaciones a través del capital económico; así “ante la unicidad del ser dominante se levanta la "Différance", la multiciplidad, la pluralidad, la fragmentariedad, la deconstrucción de todo macro relato”  (Dussel, 2001, pág. 438), desde esta perspectiva la diferencia reacciona ante el dominador generando fracciones dentro de la misma sociedad que van más allá de los intereses económicos sino que también buscan una participación efectiva en el ejercicio del poder político.


Los movimientos revolucionarios de una forma directa o indirecta hunden sus raíces en las teorías marxistas exportadas desde Rusia hasta el continente latinoamericano. Sin embargo no se puede confundir que la Filosofía de la liberación nace como fruto de esos movimientos, sino como un fruto autentico del pensamiento filosófico desde las propia condición latino americana; sin embargo la misma ha sido reducida a enfoques legitimadores de los nuevos focos del poder político que poco a poco ha devenido en totalitarismo y por cuya causa la filosofía de la liberación ha sido relacionada, tal vez con el fin de desmeritar su fundamento, a las luchas armadas que se han producido en el continente con el fin de buscar el acceso al poder político a través de medios violentos y que se han legitimado bajo el discurso de la lucha por el pobre, discurso que a la larga termina en una prolongación de la pobreza como medios para mantenerse en el poder. Esa imagen de la filosofía de la liberación es precisamente la que Dussel busca esquivar reconociendo la misma con una autentica forma de filosofía latino americana basada en la crítica al sistema-mundo establecido, es por ello que la filosofía de la liberación, o de la emancipación, debe evitar caer en el populismo que ha sido germen de los nuevos gobiernos pseudo-progresistas totalitarios y encontrar su lugar como autentica filosófica latinoamericana, experiencia del postmodernismo del continente suramericano. Una de las características principales de la Filosofía de la liberación es su carácter de unidad, ya que aunque reconoce la diversidad del continente también evidencia la estructura de enlaces existente entre las realidades y que profundizan más los problemas éticos, filosóficos, políticos y sociales del continente; no se queda en la mera concepción de que es fruto de una sociedad de culturas hibridas sino que son fruto de la exclusión de unos discursos a otros, en la que los excluyentes toman parte en el ejercicio del poder político y los segundos son excluidos y marginados a una periferia de la cual toman parte los teóricos de la liberación como una crítica a las condiciones sociales de las personas excluidas y los vicios de la actual estructura político-social de los países latino americanos.


1.2. La filosofía de la liberación y la interpretación de la realidad inmanente.


Dussel afirma que las nuevas corrientes filosóficas postmodernas eurocentristas adoptadas en América latina “desean evadirse de los dualismos simplificados de centro-periferia, atraso-progreso, tradición-modernidad, dominación-liberación y transitar por la pluralidad heterogénea, fragmentaria, diferencial, de una cultura trasnacional urbana”  (Dussel, 2001, pág. 438); se puede deducir de esta afirmación tajante que la concepción de la realidad latino americana debería de realizarse desde los principales problemas socio-políticos que presenta como son el empobrecimiento profundo de las clases dominadas bajo las clases dominantes; es decir que la realidad latino americana se encuentra determinada por la situación de exclusión social de los pobres del sistema económico y político, creando una dicotomía irreductible de dominante-dominado, explotador-explotado, siendo estos los problemas más representativos de la sociedad actual. La concepción de una filosofía política como filosofía postmoderna estaría en consecuencia con la afirmación de una realidad heterogénea sin punto focal de donde hacer una crítica profunda al sistema político-económico dominante; hoy día el liberalismo económico ha trascendido a las esferas de la política convirtiéndose por parte del Estado y de los medios de comunicación en una pretendida cultura universal que busca la hegemonización masificada de lo económico como fuente ineludible del progreso y desarrollo de los pueblos. Así el neoliberalismo nacido en igual termino como evolución del capitalismo moderno en paralelo a las nuevas corrientes del pensamiento postmodernista incuba en sí un modelo social consumista que procura la lucha por el capital transnacional con lo cual la reacción de la filosofía de la liberación debería ser focalizada hacia esta dimensión de lo político-económico. Así lo neoliberal a través de las instituciones del Estado se convierte en espacio público determinando así las relaciones de los ciudadanos y reduciéndola a un punto de partida economicista. Sin embargo tal visión fue realizada por el marxismo, en la cual todas las relaciones se basaban en la transformación de la materia en producto, siendo las relaciones entre las personas unas relaciones de producción. Desde esta perspectiva Duselliana entonces es necesario que la filosofía de la liberación tenga preferencia por una población frente a otra, y por ello debe ser una filosofía latinoamericana parcializada. Es opción por los pobres, por los excluidos.


Sin embargo habría que cuestionar a Dussel sobre la composición realidad social que él percibe, ya que además de estar compuesta por ricos y pobres, podría estar cayéndose en reduccionismo que lleva a la Filosofía de la liberación en un dualismo reducido en la crítica contingente de unos y la defensa de otros. No se puede negar que esta contingencia de la cual se dota la filosofía de la liberación pudiera terminar en un reduccionismo que ocultaría a nuestro ojos la realidad multiforme de problemas del contexto latino americana, es decir que la realidad es mucho más amplia, supera los dualismos con el surgimiento de nuevos problemas de orden social, político y económico. No pretendemos negar aquí que muchos de los problemas que padece la sociedad latino americana están relacionados con los modelos económicos adoptados por las políticas de cada país, en donde por un lado encontramos modelos económicos demasiado neoliberales que se hacen a un lado ante las prácticas económicas excluyentes del neoliberalismo y por otro lado modelos que ejercen un control exagerado a la economía desde lo político generando corrupción pública, mala administración de los bienes públicos y detrimento de la economía nacional hasta tal punto que es necesario hacer filas hasta de dos cuadras para conseguir alimento. Entonces no se le puede dar el lado a uno u otro modelo económico ya que ambos vienen propuestos desde la esfera del poder político detentado de manera déspota, generando una división de la sociedad contraponiendo un grupo frente al otro. Por ello la filosofía de la liberación debe proponer una ética de la emancipación ciudadana, que sea capaz de reaccionar a las circunstancias opresivas del poder político, ya sea neoliberal, comunista o socialista. La filosofía de la liberación clásica se queda en silencio frente a los poderes políticos que son afines a esta, aunque detenten el poder de una forma totalitarista.


La filosofía de la liberación debe entonces aportar instrumentos teóricos para que el ciudadano sea capaz de emanciparse a sí mismo sin la necesidad de tener que objetivarse en una facción política o discurso político, debe ser autónoma y distante de los poderes políticos, debe ser crítica ante toda imposición absoluta del poder. El absolutismo político fue el germen de la marginalización de América latina como periferia del centro europeo colonialista. Así mismo el poder político totalitario hoy día es el generador de nuevas periferias compuestas no solamente por los pobres y excluidos del sistema económico sino también, los excluidos del sistema políticos en condición de presos políticos, exiliados, empobrecidos, entre otros. Con el reconocimiento de una realidad diversa que supere las dicotomías de centro-periferia, atraso-progreso, tradición-modernidad, dominación-liberación, es decir que se pueden dar luces al descubrimiento de otras problemáticas de la realidad socio-política de latino América encubiertas por los discursos masificadores de la realidad inmanente como un todo que no tiene claros-grises. De esta forma la filosofía de la liberación alcanza una forma de transdisciplinariedad en cuanto entra en diálogo con otras corrientes filosóficas para comprender el entorno e interpretar la realidad desde las diversas porciones que representan la sociedad, es un punto focal para la comprensión profunda de las problemáticas de la filosofía latinoamericana en relación con la realidad inmanente que la determina.


2. La filosofía de la liberación como filosofía autocrítica latinoamericana contextualizada.


En América latina se hace necesario el surgimiento de un movimiento crítico que no solamente mire críticamente al eurocentrismo, sino que también sea crítico frente  su propio espacio contextual, que proponga nuevas formas de surgimientos del sujeto, no ya como el otro-ajeno, sino como el sujeto ciudadano. El señalamiento siempre del otro (pasado), la búsqueda en el exterior de un agente culpable de los actuales problemas de américa latina también puede ser un medio para el encubrimiento de las causas locales de los problemas propios. Ahora bien con ello no se quiere decir que los Otros, el Yo conquistador europeo-español, sean inocente de los hechos históricos que son el precedente de la situación continental hoy en día. Pero hay que ser conscientes que los problemas socio-políticos actuales hunden sus raíces en el pasado y que problemas sociales, económicos y políticos del hoy en el continente también son productos de las decisiones tomadas en esta era, tomando como plano de referencia las gestas independentistas de los 1800s. muchas de las causas que dieron lugar a la independencia de los estados latino americanos estaban más relacionadas a tener una propia sociedad burguesa independiente del rey en un sentido político y económico, pero que con el tiempo conservarían instituciones propias de la era colonial, como es al de un gobierno central, las pugnas por el poder entre las distintas dinastías políticas del momento, la conservación del poder eclesiástico como superior al poder civil, la educación dirigida por la Iglesia ya es un signo de dependencia del extranjero, el concordato, entre otras muchas figuras como por ejemplo la conservación de la idea peyorativa sobre los afro-descendientes como nacidos para el trabajo y su prolongación de su condición como siervos de un amo blanco. Así mismo las culturas indígenas, aún hasta el hoy son vistas desde muchos focos de la sociedad de manera peyorativa, como la estigmatización de su pensamiento con el mal llamado término de “la malicia indígena”; no podemos por tanto achacar estas problemáticas de hoy día al pasado solamente como es el planteamiento de Dussel, sino que en el hoy es donde se debe establecer un punto de cambio y transformación de la mentalidad de la condición latino americana.


Ciertamente una de las tesis que se puede deducir de la lectura de Dussel es que el germen de los problemas latino americanos provienen de manera directa e ineludible del periodo de la colonización. Si bien no se puede negar que en su mayoría los problemas tienen origen en ello, tampoco se puede eludir que es responsabilidad ética que el ciudadano latino americano debe buscar las formas posibles para salir de este gran letargo. Ahora bien, no todo se sostiene de manera individual, los problemas tienen un entretejido que involucra desde el ciudadano más común e individual hasta el Estado mismo, y son precisamente las instituciones del Estado las que tienen un arraigo al eurocentrismo de manera tal que todas las ideas desarrollistas traídas al continente en el periodo de la conquista y colonización, si bien no perduran como tales si siguen siendo un modo de ser de la política y de la economía latino americanas. Pero aquí surge pues la objeción sobre qué relación tiene ello con la cultura, si la cultura es propia, autóctona y es un bien nacional que se ha conformado desde hace varias decenas de décadas. Ante tal objeción la respuesta es compleja y ayuda a establecer una relación, si bien no directa ni determinante, sí presente en la forma de constituir la sociedad latino americana. La forma de la construcción de cultura y sociedad en el periodo del Yo conquistador europeo se estableció sobre los criterios de la economía de explotación y de la política absolutista. Por medio de la economía se construyen en el presente una cultura del consumo no solamente de mercado, sino que la misma cultura se mediatiza y se convierte en un producto de consumo y hasta de venta y renta. Por medio de los medios masivos de comunicación las culturas se proponen a la sociedad como productos a consumir, clásicamente hemos visto en los medios un ente constructor de culturas con facultades morfológicas, sin embargo hemos ignorado que son los sujetos culturales, desde la micro-cultura hasta la cultura masificada, quienes se mercantilizan a sí mismo, proponiendo la identidad como un programa informático que se puede reemplazar por otro o se puede actualizar el que ya se tiene. De otro lado la política, aunque no absoluta, si se expone como un nuevo orden mundial, subyugado al poder económico, mes una política vasalla cuyos criterios dependen de las exigencias del Banco mundial y de los requerimientos de las transnacionales y multinacionales que se instalan en los países latino americanos. Sin embargo desde una ética crítica, no sólo de la historia, sino de la decisión y opción del ser latino americano, se debe reconocer que las culturas, las sociedades y los ciudadanos actuales son los que sostienen o permiten este modelo neoliberal. Entonces desde una filosofía de la historia tendríamos que reconocer el presente como parte de la misma y la condición latino americana debe ser vista desde las propias entrañas de las cuales emana la filosofía latino americana, más allá de una filosofía existencial de un hombre que no sabe qué hacer o no encuentra su lugar en la historia y no tiene motivos que le impelan a preguntarse por el sentido de su existencia.


2.1. La condición del ciudadano como fundamento del pensamiento filosófico de la liberación en el contexto de América latina.


Podemos deducir que la filosofía latinoamericana no se trata de un nihilismo que juzga de manera acrítica todos los modelos sociales, políticos y económicos tan sólo porque en sí mismo carecen de sentido, sino desde la condición misma del ciudadano, ese ciudadano explotado, subyugado a extenuantes horas de trabajo mal pagas, a ese ciudadano que hace la interminable cola para recibir alimento, a ese ciudadano que muere de pie en una fila esperando verse con médico especialista. Por el contrario el ser latino americano ve su condición como injusta, es decir lejos de lo que todo ciudadano por el derecho universal quiere vivir. Por ello la crítica nacida en América latina desde una filosofía de la liberación busca en la filosofía de la historia no solamente causas, sino modelos de los cuales aún siguen vigentes, modelos políticos que se asientan sobre una idea de democracia adaptada a las necesidades del poder político, sea de izquierda o derecha. Mira con ojos críticos los simulacros de los países que con ideas desarrollistas buscan soluciones para los países latino americano sin compromisos realmente efectivos. Es como aceptar la pobreza pero no ir hasta dónde está y buscar herramientas para superarla, por ello:


“Todos los países periféricos o empobrecidos; las clases oprimidas del centro y la periferia; los afro-americanos y los hispanos en USA; las mujeres en todo el mundo; los "niños de las calles" de Bogotá o Sâo Paulo y los ancianos en asilos miserables; los marginales a millones y los también millones de emigrantes por causas políticas, raciales, económicas, etc., podrían dar testimonio que nada de eso se cumple, siendo una asimetría gigantesca la regla en todas esas reuniones o diálogos, en donde los "afectados" casi siempre están ausentes y las decisiones no son "aceptables" por las grandes mayorías de la humanidad.” (Dussel, 2001, pág. 380)


Apegados a la concepción de que los problemas latino americanos vienen desde fuera, así mismo se espera que las soluciones lleguen de fuera también. Por ello los modelos desarrollistas venidos desde el centro europeo siempre tienen una repercusión importante en nuestra sociedad, como si se tratare de una panacea salvadora que llegara a recatar al continente de la barbarie, del atraso, del misticismo, en una concepción de Dussel como si fuese una nueva conquista y colonización. Sin embargo estos fenómenos desarrollistas se dan en el presente, se dan en el hoy, se manifiestan no sólo en el pensamiento sino también en la forma de la política y la economía latinoamericana. Sin duda esta crítica nos llevaría a tomar parte de las ramas políticas de izquierda ya que toda la problemática eurocentrista la proyectamos en las políticas de las teorías de la derecha política. Sin embargo, hemos también de ver las políticas de la izquierda, en especial el marxismo, el comunismo y el actual llamado socialismo del siglo XXI como forma de la dependencia de Europa como centro. Las teorías políticas emanadas del comunismo y el marxismo, vienen  con una estructura conceptual crítica al modelo económico capitalista, transformado hoy en el neoliberalismo, con lo cual se confunde a las mismas con la filosofía de la liberación. Sin embargo estas teorías políticas traen a cambio del poder económico como fundamento de la sociedad, una marcada línea de concepción absoluta del Estado, en el cual el estado termina siendo la objetivación de todos los sujetos, en donde el autoritarismo adquiere un nuevo rostro.





3. La filosofía de la liberación como pensamiento filosófico latino americano en la superación de los modelos eurocentristas como el capitalismo y el marxismo. Hacia un punto de mirada propio.


Entonces se puede deducir que el eurocentrismo no sólo se da desde lo económico en la teoría capitalista y neoliberal, sino en las teorías marxistas clásicas. Como su etimología lo indica, Filosofía de la Liberación, es reflexión constante de la condición subyugada del ciudadano bajo el totalitarismo frente a las posibilidades de emancipación; no sólo frente al poder económico del neoliberalismo sino también del autoritarismo, aunque este se presente a sí mismo como emancipador del pueblo. Entonces estaríamos aquí al frente de lo mismo que plantea Dussel, a una necesidad de elaborar un pensamiento que no solamente pudiera llegar a ser propio, sino nacido de las propias condiciones humanas del ciudadano latino americano. Así nuestra periferia debería pues convertirse en nuestro centro, el cual como una ciudad ruinosa y desmoronada por los efectos de la guerra y que es necesario reconstruir para hacerla un lugar re-habitable y fruto del esfuerzo intelectual de la producción reflexiva académica propia. También es  “necesaria una cierta crítica del sujeto, para reconstruir una visión más profunda del mismo; ya que es necesario criticar una implicación de las causas externas del subdesarrollo latinoamericano, para integrarlo en una interpretación más comprensiva” (Dussel, 2001, pág. 440), sin embargo dicha crítica no se puede quedar en la sola experiencia de mirar hacia fuera como una forma negativa de eurocentrismo, sino en la mirada propia de las causas internas fruto de las decisiones y opciones del hoy, “la praxis de liberación es el “acto primero”, punto de partida y lugar hermenéutico de una reflexión humana radical, como es la filosófica, que usa como mediación analítica intrínseca las aportaciones de las ciencias del hombre, la sociedad y la cultura” (Scannone, 2009, pág. 61), de este modo la Filosofía de la Liberación como propuesta filosófica particularmente latino americana hunde sus raíces en la profundidad de los problemas del continente desde una perspectiva propia, autentica y de origen. Es decir que es el contexto regional propio el que genera las estructuras conceptuales y paradigmáticas como base del proceso de desarrollo, crecimiento y especificidad de la filosofía latino americana de la liberación. Más allá de una ilustración modernista, o un nihilismo postmodernista, es una forma deontológica es la elaboración de un camino propio y común de emancipación cultural y conceptual determinada por las condición propia de la vida en el continente americano, se piensa desde donde se vive.


Pareciera pues que la afirmación sobre la crítica del sujeto como medio para poder descubrir el origen de las actuales condiciones sociales de pobreza, marginación exclusión política apuntaran sólo al continente europeo y a norte américa; ciertamente el afirmar que “el Poder se constituye mutua y relacionalmente entre los sujetos sociales, pero no por ello dejar de haber el Poder del Estado o el Poder de una Nación hegemónica” (Dussel, 2001, pág. 440), ciertamente son los mismos sujetos ciudadanos que conforman las uniones cívicas y constituyen la base electoral que llegan a legitimar los gobiernos totalitarios de derecha o izquierda (ambos eurocentristas en todo sentido[1]) por medio del sufragio universal o por medio de una actitud participativa pasiva o indiferente. Así aunque el Estado hegemónico sea el que se imponga a través de una democracia débil, el ciudadano, es decir el sujeto, o los sujetos son los que proceso tras proceso democrático son los que de una forma pasiva mediante la indiferencia política permiten que las condiciones de pobreza y marginalidad continúen. En la cultura política latino americana, la sociedad se ha acostumbrado al paradigma político de la asistencia estatal, es decir que cultivan una dependencia del Estado que no les permite salir del letargo político. La dependencia por lo tanto no es sólo de las instituciones Estatales hacia los modelo económico-políticos impuestos desde el exterior, sino que dentro del mismo contexto de las naciones latino americanas se crean estas cadenas de dependencia, en parte también sustentadas por las multitudes que confluyen en ideologías políticas que en lo formal estructuran discursos desarrollistas o progresistas y que en la dimensión real del mismo se limitan a la aplicación de programas sociales precarios que sólo sirven de parangón propagandística de los gobiernos. Entonces desde una postura crítica de la teoría política podríamos deducir que no sólo es el Estado, que no sólo son los sujetos sociales, sino que hay una doble complicidad por un lado propuesta y por el otro lado permitida mediante la pasividad política, que configura un ambiente de marginados periféricos dependientes de las políticas sociales del centro gobernante; en palabras populares: los electores pobres que eligen a los mandatarios ricos. Desde esta perspectiva son los sujetos contextualizados mediante una hermenéutica crítica de la realidad socio-política y del mundo de la vida que pueden generar un cambio social que se pueda reflejar en la caducidad de las estructuras estatales hegemonizantes y totalitarias, para comenzar el empoderamiento de los procesos políticos, pero ello no será posible hasta que el ciudadano pase de ser un sujeto pasivo a un sujeto-intersubjetivo-ciudadano-activo-político, es decir que la acción política del ciudadano en intersubjetividad asociativa es la base de las transformaciones sociales y de la superación de los viejos modelos dependientes eurocentristas aplicados de forma descontextualizada en el continente


Una de las característica que Dussel identifica en su afirmación de que “en toda la periferia (África, Asia y América Latina), comenzaron a surgir movimientos críticos que partían de su propia realidad regional, y que utilizaban en algunos casos a un marxismo renovado como referencia teórica” (Dussel, 2001, pág. 442), es precisamente su carácter periférico. Mientras que la referencia al marxismo renovado es secundaria, la principal esencia de dichas filosofías, se les puede reconocer así, es su carácter periférico, que visto desde un enfoque hermenéutico histórico-crítico se puede decir que es su carácter regional. Se deduce que cuando se habla de periferia es porque se habla desde el centro, es desde el centro que se comprende la periferia. Pero cuando se habla de centro es porque se hace desde un punto de mirada periférico. Entonces el carácter fundamental de la Filosofía de la Liberación, es su especificidad crítica generada en las propias instancias de lo regional. Lo regional no se refiere en este ámbito al ismo, sino a la localización contextual del pensamiento filosófico latino americano; el pensamiento latinoamericano tiene profundas conexiones sistemáticas y conceptuales con la mirada hacia los problemas propios de las regiones. Es por ello que ramas de las ciencias humanas han tenido un gran impacto en la manera de ver el contexto de la realidad propia desde la crítica-histórica del devenir del continente hasta la diversificación de los estudios humanos que han sido llamados estudios culturales. Sin embargo la filosofía de la liberación no puede ser limitada a un mero estudio de las características culturales, sino que trasciende hacia la dimensión hermenéutica en encontrar en la deconstrucción histórica las fuentes mismas que posibiliten una propuesta de transformación social y cultural.  Así desde la Filosofía latino americana se da el nacimiento de enfoques teóricos diversos que no se limitan sólo a la reflexión teórica y conceptual, sino que también se hace efectiva mediante la crítica de la propia condición latino americana, generando desde esta estructuraciones teórico-críticas de la política que buscan generar una transformación no sólo social sino  histórica. Por ello en el ámbito teórico de la política estamos ante el nacimiento de una nueva teoría política emanada de la noción de ciudadanía como base presentes en las diferentes sociedades y culturas, una idea de comunidad en la diversidad más no en la homogeneidad. Una teoría política que conlleva un compromiso con la praxis del pensamiento, es decir que el pensamiento crítico latino americano debe reflejarse en un abandono en la actitud pasiva del ciudadano frente a los fenómenos políticos y empoderarse de una posición activa mediante la crítica, la propuesta de cambio y la participación ciudadana en la esfera pública y democrática de su contexto social-cultural propio.  Con todo ello podemos concluir que la filosofía de la liberación no es una simple rama inmanente de los estudios culturales, esta trasciende dichas barreras.






CONCLUSIONES



No se puede reducir el pensamiento eurocentrista solo al capitalismo y el neoliberalismo como problema social, además de ello hay muchos otros problemas que aumentan el nivel de pobreza física y hasta intelectual del continente, como por ejemplo la droga, el egoísmo, la pérdida del amor a la educación y la sabiduría, y que ciertamente estos problemas también hunden sus raíces en los valores generados del tener y el poder con base en valores economicistas. Por tanto los problemas no son sólo políticos sino también éticos. Hay otras formas de ser eurocentristas. En el contexto filosófico latino americano estamos ante surgimiento de diversos pensamientos críticos en la periferia postcolonial, la filosofía de la liberación es un  movimiento especificado que construye una crítica de la realidad desde la contextualización propia del sujeto, por ello el orientar su objeto de crítica sólo a las instituciones es ignorar que en la ciudadanía están las bases para la conformación del poder público y que desde la ciudadanía como un ejercicio crítico dentro del contexto local se pueden generar formas de participación que pueden transformar la realidad social.


La nueva filosofía de la liberación de ser completamente latino americano, este contexto es el que debe darle la conceptualización propia de su punto de mirada. Esta especificidad expresa al sujeto como ciudadano partícipe de una comunidad, no como “pobre” necesitado de un “caudillo” para emanciparse, ni como sujeto atrapado y limitado por la comunidad. Se debe reconocer que en la estructura política actual hay una doble realidad, la de los dominadores y la de los dominados. Sin embargo no habrá un cambio teórico político crítico sino hay una transformación social que nace del ciudadano. Por tanto no se puede concentrar la crítica sólo a las instituciones dominantes sino también a la cultura pasiva del dominado como propiciación del poder ciudadano frente a la hegemonía y al totalitarismo. De otro lado la filosofía de la liberación no puede guardar silencio cómplice sobre las estructuras de poder neo-marxistas o socialistas que anulan la democracia para instaurar el totalitarismo que por medio de las armas se impone a todos los ciudadanos mediante la abolición de partidos políticos y la restricción de los derechos del ciudadano.


El pensamiento actual latino americano tiene la necesidad de transcender de la figura del proletario (trabajador…) y desplazarse a la del ciudadano, ya que la figura del proletario es excluyente en si misma de otras figuras de la sociedad actual, aunque excluye al burgués  también excluye al no trabajador, al niño, al nativo americano, al afro descendiente. No hay que olvidar que la figura del proletario nace en Europa de la Alemania industrial, no tiene relación alguna con el indígena, con el no trabajador, con el marginado. Es más que todo una interpretación economicista-materialista de la realidad, en latino América por la condición diversa de su población es necesario interpretar desde aspectos diversos e inclusivos a la vez. Proletario etimológicamente significa trabajador, hoy día hay mayor pobreza en los sin trabajo… el ciudadano es universal ya que incluye a todos por igual.


Referencias



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Dussel, E. (2001). Segunda Parte - Algunos aspectos de la modernidad y la globalización. En J. A. Senent (Ed.), Hacia una filosofía política crítica (págs. 345-445). Bilbao, España: Descleé De Brouwer S. A. .

Scannone, J. C. (2009). La filosofía de la liberación: historia, características, vigencia actual. (U. C. Argentina, Ed.) Teología y Vida, L, 59-73. Obtenido de http://www.scielo.cl/pdf/tv/v50n1-2/art06.pdf









[1] Algunos dependientes de la Unión Europea y Norte América, y otros de Rusia, china y países de la misma línea ideológica. Ambas facciones conglomeradas en torno al sentimiento anticapitalista y los otros bajo el sentimiento anticomunista.

Transformaciones sociales y nuevas formas políticas.

Transformaciones sociales y nuevas formas políticas.


EL ESPACIO PÚBLICO MÁS ALLÁ DEL COMO AMBIENTE GENERADOR DE LA RENOVACIÓN DE LA ESTRUCTURA SOCIAL Y ACTUALIZACIÓN DEMOCRÁTICA

INTRODUCCIÓN


 La democracia moderna y por consiguiente la contemporánea son frutos de las revoluciones y transformaciones sociales emanadas e la pasión de las multitudes impulsadas por las razones de unos pocos que hicieron ver al ciudadano común los derechos que poseían como tales. Por ello en este ensayo estudiaremos las implicaciones que las transformaciones sociales y nuevas formas políticas han tenido en torno a la noción de espacio público como medio generador de cambio social y de nuevas formas de percibir y practicar la democracia. Así la noción de transformación social tiene una relación directa con el espacio público y de opinión como entorno donde las interacciones políticas toman formas y se van convirtiendo poco a poco en engranes de cambio político en torno a la democracia. En el presente ensayo tomaremos como referencia el texto de Edgardo García sobre espacio público y el cambio social, desde esta perspectiva analizaremos como la dimensión gremial y comunicacional de la sociedad se convierte en medio generador de ideas, sentimientos y valores comunes que permiten la construcción de nuevas formas de comunidades. García se apoya en el pensamiento del Tocqueville que ve en la democracia una revolución contrapuesta a la aristocracia cuyas raíces se alimentan del espacio público, del entorno donde todas las voluntades confluyen. Como textos secundarios tomaremos la teoría de Arendt del texto titulado ¿Qué es la política?, de esta perspectiva teórico política nos centraremos en la política como una construcción de las personas, en este caso, de los ciudadanos; desde su perspectiva de la política como un artificio humano no natural a su condición nos referiremos a cómo el ciudadano en libre asociación con sus pares puede propiciar la construcción de unas nuevas formas de hacer política y de construir al Estado. Por último tomaremos como tercera referencia el texto de Gabriel Cohn sobre Tocqueville y la pasión bien comprendida, desde esta perspectiva podremos comprender cómo la democracia es una construcción humana irreversible que se asienta sobre los intereses políticos comunes entre ciudadanos. Desde estas tres perspectivas teorico-politicas hacemos afirmamos que la democracia se actualiza y se expande de forma universal para que todos los ciudadanos asociados en grupos y gremios con intereses comunes puedan vivir de manera plena en ella mediante el reconocimiento legal y respeto social de sus derechos emanados de sus condiciones humanas. A través de este ensayo llegamos a las siguientes conclusiones (resumen de las conclusiones)


Para la construcción de este ensayo comenzaremos cimentando la construcción teórica política sobre la tesis de que las transformaciones y los cambios sociales, desde la ciudadanía, son las que van definiendo el entorno político, legal y cultural de una nación, no la iniciativa de una minoría, no se puede pensar que las generaciones futuras con sus propias experiencias sigan en la práctica de la ley de generaciones de siglos anteriores (Kant, I. ¿Qué es la ilustración?), ellos necesitan elaborar su propia vida política. Así el espacio público se convierte en el espacio garante de las posibilidades de cambios y transformaciones socio-políticas que vallan generando un ambiente de diversidad. La importancia del espacio público en el entorno de lo político es primordial para la existencia de una democracia real que sea consecuente en lo formal y viceversa. Para el asentamiento y defensa de esta tesis tendremos presente la crítica de García (2000) sobre espacio público y cambio social, pensar desde Tocqueville, donde este último encontrará en la democracia ciertos vicios de la vida pública en manos del poder político absoluto que pueden tergiversar el espacio de lo público. El espacio público en primer debe ser definido más allá de un espacio físico y temporal, es entendido desde esta perspectiva como ambiente público, la realidad donde todas las opiniones confluyen y se debaten desde la libertad de la libre expresión de las ideas y los pensamientos en torno a lo político.


Entonces podremos así extender la noción de espacio  público desde el ágora como lugar de encuentro hasta los nuevos espacios públicos donde los ciudadanos jóvenes y adultos interactúan a diario, es decir desde los medios de comunicación y actualmente, no previsto por García, las redes sociales o redes interactivas. Es así como el espacio público se transforma al ritmo que lo hace la sociedad y los medios de comunicación se van adecuando a ello; con esto quiero afirmar en primer lugar que los medios se van adecuando a las condiciones sociales y van siendo reflejo de su diversidad, por ello hoy día es necesario hablar de la diversidad de los medios y de cómo la sociedad y las culturas los reconfiguran, pero por el otro lado es necesario no perder de vistas los riesgos que conllevan los medios públicos bajo el control de los poderes políticos absolutos y hegemonizantes, bajo el control y censura del poder político-económico o de los grupos de la clase dirigente como comúnmente se conocen en Colombia, la opinión es uno de los dos poderes centrales de los que goza la mayoría para ejercer su omnipotencia y facilitar lo que el autor define como “vicios democráticos”: inestabilidad legislativa y administrativa (García, 2000, pág. 438), y en Colombia fácilmente podemos observar cómo los medios de comunicación toman diferentes posiciones frente al gobierno, unos en contra y otros a favor y en defensa de “la institucionalidad” entre comillas; esta parcialización se da en una medida fuerte en los espacios de la Televisión y la Radio principalmente, parece ser que las redes sociales conformadas por personas representa un espacio más amplio para la diversidad, lejos de estar orientadas a la generación de una opinión o del convencimiento del otro, las redes alternativas de interconexión entre ciudadanos representan un lugar activo-participativo más abierto y con menos formas de incidencias externas en la manera de pensar.


Se puede deducir de lo anterior que las luchas proletarias se han transformado hoy en día en luchas sociales y ciudadanas, luchas por los derechos civiles de las minorías y las micro-minorías que habían sido encubiertas por décadas no sólo por el absolutismo político y moral, sino por los clasismos conservaduristas de las buenas costumbres de la nación; hoy se habla de ciudadano como término incluyente y universal. Así los ciudadanos desde los espacios públicos abiertos tienen la posibilidad de exponer sus ideas y crear idearios comunes que respondan a los intereses públicos de la comunidad, así como se dan los acuerdos, se dan los desacuerdos, la creencia en la libre confrontación de opiniones como mecanismo de acceso a la verdad se asienta en el concepto de opinión como expresión racional cognitiva, resultado de un razonamiento crítico” (García, 2000, pág. 434), en el reconocimiento de la sociedad como compuestas por sujetos racionales, libres y en derecho, la confrontación de las ideas y los pensamientos políticos es la expresión clara de la democracia en constante construcción y evolución, no reducida sólo a los acuerdos que en ocasiones imponen la mayoría siendo excluyentes con las minorías, sino desde la libre manifestación de las ideas y decisiones sobre opciones políticas que cada minoría escoge, yuxtaponiéndose así al acuerdo la noción de coexistencia en la diversidad, el nacimiento de un espacio público en todo el sentido del término, establecidos desde todas las perspectivas existentes en la nación, así pues que se transforma en “el espacio de una legitimación alternativa respecto a la del Estado absolutista, (…)en orden a la preservación de la libertad y la construcción del cambio político y social” (ibíd.)


Arendt (1997, ¿Qué es la política?) introduce en el discurso de la teorización de lo político y sus surgimiento dos ideas fundamentales en dicho proceso, por un lado encontramos “la política como espacio de relación” (pág. 15), lo político entonces nace en un espacio de relaciones libres en las cuales las personas como entes racionales construyen un espacio común en la libertad, un espacio en el que todos desde las diferencias contribuyen a ampliar el horizonte de micro relatos posibles en igual medida que la diversidad cultural, social e intelectual permita. El espacio de relación no se reduce al espacio del proletario, entendido a este como la clase trabajadora, puesto que en la jornada laboral el hombre difícilmente podrá descuidar su labor para pensar en lo político. El pensamiento de lo político, que en gran medida está relacionado a su condición laboral y social, se hace evidente en lo relacional. Es por ello que el pensamiento político requiere de un espacio de libre opinión y pensamiento que fluya con el cambio de los tiempos y de las formas de construir los valores que representan y reproducen una sociedad. Entonces siendo el espacio público el ámbito adecuado para la construcción de lo político como artificio humano, no natural, requiere de total libertad y no censura negativa o positiva. Desde esta perspectiva la labor y el trabajo no son los agentes productores de la política, sino que es producto mismo de la construcción de una actividad política diversa. Lo público no puede tener restricciones, así como este es su criterio validador y oportunidad es su riesgo, el cual se debe asumir como consecuencia misma de lo público. En la esfera del espacio público es donde convergen todas las posiciones frente a la realidad, y en ella misma habrán choques entre formas distintas de pensar; entonces la idea a priori sería descalificar una en cuidado de la otra, pero con ello ya estamos en ejercicio de censura, por tanto es por parte de las personas racionales y adultas que se debe construir la coexistencia con los otros políticos en las diferencias. Así el espacio público construido por las personas mismas, diferenciado del espacio construido por el Estado, contiene la libertad del inicio de la incertidumbre política, sin un fin claro al principio pero que poco a poco como acción reciproca alcanza un fin común universalmente abierto para todos, hecho que se logra mediante la comunicación, “la acción, sin embargo, sólo es política si va acompañada de la palabra (lexis), del discurso (…) siempre percibimos el mundo desde la distinta posición que ocupamos en él, sólo podemos experimentarlo como mundo común en el habla” (Arendt, 1997, pág. 18).


El espacio público se configura hoy como la generación conjunta de una cultura de la diversidad como nuevo paradigma democrático, es decir que ante la cultura nacional querida y propuesta desde el Estado como identidad nacional oficial se conforman nuevos espacios de opinión y expresión del propio punto de vista político que se contraponen a esta homogenización estatal, que tiene dos caminos en contra corriente, por un lado se establece un control de las formas sociales aceptables y por el otro se da uniformidad a la sociedad quedando extinta la forma del ciudadano destacado que representa su comunidad, así pues hay riesgos como también hay oportunidades en este ámbito. “La uniformidad de los ciudadanos conduce a la inexistencia de notables, personalidades o autoridades fuera de lo común […aristócratas para Tocqueville] que puedan establecer lo que hoy denominaríamos “corrientes de opinión” (García, 2000, pág. 438), la uniformidad entonces desde el un plano comunicacional significa que todos deben hablar en el mismo lenguaje y en la misma sintonía. Por ello los medios de comunicación se convierten en los focos desde donde se propone la hegemonización cultural de la nación mediante la propuesta de un modelo de identidad favorable al Estado, dejando poco espacio para que los ciudadanos desde sus diferentes perspectivas interpretativas de la realidad construyan sus propias identidades y su microrelatos auto-constituyentes. Las corrientes de opinión por su lado se van constituyendo en focos de hegemonía donde la colectividad se encarna en lo informe y unánime, y es fundamentalmente donde las corrientes de opinión o los llamados medios de comunicación hacen de esta un producto mercantil más ofertado a la canasta familiar. Entonces la opinión se disfraza como pública desde el ámbito de la oferta de la misma como producto de consumo, y consumiéndola el ciudadano cree que participa de lo público, sin darse cuenta que su faceta en dicho fenómeno es simplemente legitimador de lo ofertado, en consecuencia nos encontramos en un entorno de simulacro de participación ciudadana que encubre las principales determinaciones de lo público mediante el poder político. Entonces los medios de comunicación no pueden entenderse ya al espacio limitado de la Televisión y la radio, sino en las múltiples dimensiones que adquiere hoy más allá de los espacios físicos, pasando a ser un ambiente de interconexiones que van construyendo redes de reflexión, acción y reacción frente a las estructuraciones políticas estatales. Así pues en el pensamiento de Tocqueville interpretado por García (2000) el espacio público es posibilidad de generación de cambios de las condiciones sociales de los ciudadanos que hacen parte de la democracia y quienes son los que la construyen, el concepto de Opinión pública desde Tocqueville, “si bien está asociado a la acepción en términos de moral y costumbres, también extiende su esfera de influencia al campo político en la medida en que el gobierno también debe responder ante dicho tribunal” (pág. 436), sin embargo la recurrencia a la moral y las costumbres está lejos de poder convertirse en clausula pétrea ya que las mismas son dimensiones culturales que se van transformando desde la misma puesta en común de las diferentes subjetividades generando nuevas formas de ver e interpretar la realidad social y política. Queda claro hasta este punto, la oportunidad que el espacio público representa para la opinión pública y para el nacimiento de pensamientos que permitan la elaboración de ideas para el cambio social, un cambio social que se representa en una búsqueda de una democracia más universal y asequible para todas las minorías posibles y fracciones que componen nuestras sociedades y culturas micro-localizadas. Uno de los obstáculos que se encuentran para que la persona no participe del espacio público es la no educación en lo público, y el cual se entiende como un obstáculo al libre pensamiento, el no pensar se configura como nueva actitud pasiva, además de las identificadas por García en Tocqueville (pág. 439) y el asentimiento o reproducción de ideas ajenas o impuestas desde fuera como verdad, es necesario considerar precisamente en Colombia la las falencias en cuanto a la formación ciudadana en la escuela se refiere.


La no formación ciudadana, fuera del interés individual de formarse, se convierte en un denominador común que lleva a los ciudadanos a desconectarse de la realidad inmanente y asumir lo presentado en la televisión y la radio como la única realidad existentes cuyos límites están demarcados por los intereses económicos de los propietarios de los medios y de los lazos políticos que estos tengan dentro del sistema político dominante. Entonces en palabras de nuestro autor, nos encontramos frente a una espiral de silencio, que consiste es callar la opinión del otro si no está en sintonía con la opinión oficial, generando así mediante la seducción del discurso de que todo está bien, que avanzamos con prosperidad, la actitud acrítica ante tales discursos del poder político. La pereza para reflexionar sobre las implicaciones verdaderas de los discursos y aceptar lo que la mayoría aprueba como verdadero, el dejarse llevar por la opinión generalizada y  los discursos de los medios de comunicación, conducen a la pasividad política, el bienestar individual, que encierra un peligro para la democracia. Así como el espacio de la opinión pública puede ser un camino para la homogenización estatal, también puede ser un importante generador de cambios, siempre y cuando todas las ideas minoritarias sean tomadas en cuenta. Ello significa ponerse en pie frente a la clásico y aceptado discurso de que la verdad se encuentra en la mayoría y que a esta última la minoría debe acogerse sin derecho al disentimiento (lo cual es un auto-marginarse), así pues los cambios no pueden estar orientados a la imposición de la voluntad de una minoría a otra o de la mayoría a las minorías, sino de ampliar más el espectro de la democracia con el fin de que el ambiente para la inclusión de adapte a la diversidad, mediante una revolución ciudadana que busque reencontrar su lugar como autora del Estado y el Poder Político, y no viceversa, con lo cual nos encontramos ante un paradigmático tránsito y camino irreversible de la democracia (Cohn, 2000); es decir que los mismos cambios sociales surgidos desde el espacio de público, de lo incontrolado, desde los espacios donde la sociedad de control no puede acceder, son producto mismos de la acción democrática de los ciudadanos que la van construyendo según su condición espacio-temporal.


En la interpretación que Cohn (2000) hace de Tocqueville, entiende la democracia como un espacio público en constante transformación social que se refleja en lo político. La condición de la democracia en Tocqueville es comprendida como un ambiente volátil y en constante renovación; la condición política así entendida se transformaría en la democracia irrevocable en donde todas las particularidades y minorías salen a flote no permitiendo un retorno a la aristocracia tradicional, por ello desde la perspectiva y propuesta de Tocqueville la democracia es fruto de la pasión convulsionada que condujo a los cambios sociales, al movimiento transicional de la multitud; desde esta experiencia  “la reflexión lo conduce a pensar la transición en su sentido más radical: el de la revolución, para usar su propio lenguaje” (Ibíd., pág. 249). Así la democracia entonces es fruto de la revolución, una revolución que nace de las experiencias sociales, no de los grupos armados, una revolución que nace de las pobres condiciones de vida de los pobladores súbditos que buscaron convertir en una clase distinta de ciudadanos, no de militares. Es pues una revolución ciudadana que no tiene más armas que sus herramientas de trabajo frente a un poder político absoluto que se legitima por la fuerza. El cambio social entonces conduce a un cambio político que se refleja en la reestructuración del Estado y en la recuperación del poder del ciudadano en cuya voluntad está la determinación de conformar una nueva ley, una nueva moral y unas nuevas costumbres. Pero esta transformación social se da precisamente desde las calles, desde la plaza, desde los lugares donde los ciudadanos interactúan; hoy en día se suelen convocar grandes manifestaciones a través de entornos virtuales que terminan en el encuentro físico.


En la retórica escrita de Tocqueville “el argumento de fondo se refiere al carácter irreversible de la democracia y no a su condición providencial” (Ibíd., pág. 250), de ahí que la concepción de la democracia es netamente humano y que se asienta sobre el encuentro de las razones representadas en cada ciudadano y que ante la interrupción de la línea democrática mediante la imposición del totalitarismo autoritario del Estado, la pasión humana surge como revolución convulsionada. Las transformaciones sociales deben repercutir en las instituciones políticas, no es sostenible un cambio social o de modelo político si solo se piensa en cambiar las instituciones, “es hacia la forma de la sociedad que se debe volver la mirada, y no sólo hacia las instituciones políticas (Ibíd., pág. 252), ya que los sujetos de la sociedad son los que construyen las interacciones políticas entre pares, y el Estado y la Política deben ser reflejo de esa sociedad, por tanto las transformaciones sociales pretendidas por los ciudadanos activos en el espacio público deben ser aplicados a sí mismos. La transformación del sujeto propicia la transformación social, y esta a su vez la transformación política que sostiene la misma. Si el cambio social nace de la sociedad misma en el espacio de lo público, es necesario recalcar que la libertad está asociada a al espacio público, es decir que el cambio social deviene del compromiso del ciudadano que expresa su libertad en la voluntad asociada y consensuada con sus pares en la sociedad. La política no se construye a través del voto, se construye con las acciones de los ciudadanos, con la identidad ciudadana. Lo político no se reduce a las urnas, lo político se construye desde el yo, el nosotros y ellos.


Las nuevas formas políticas surgen entonces de las reacomodaciones que la sociedad hace de sus valores públicos, de sus implicaciones y nuevas formas de ver e interpretar la historia. Una de las nuevas formas de hacer política, que está arraigada a la concepción de Arendt (1997) sobre los orígenes de la política, es en la participación ciudadana más allá de los mecanismos que el Estado ofrece en manera limitada. Una de las formas en que se da dicha dinámica es a través de la opinión pública, la cual juega un papel importante en contraposición a las maquinarias políticas controladas desde las instituciones del poder político de las elites gobernantes. Con el devenir del tiempo, las transformaciones irreversibles observadas por Tocqueville se han visto amenazadas por la burocratización de la política, la mecanización de los procesos democráticos, estas dos nuevas formas estatales de manejar la política han relegado al ciudadano a la periferia del elector. Para los Estados actuales, controlados por las élites dirigentes, la función del ciudadano queda relegada a la antigua concepción de la aristocracia. Así el ciudadano común se abocado a buscar en la opinión pública, la generada de las interacciones de los mismos y las despertadas desde los medios de comunicación. Por medio de la explotación de este nuevo espacio político construido de la voluntad de sus sujetos asociados surgen nuevas formas de participar de la democracia no solamente mediante el derecho del ejercicio electoral sino también en la construcción de nuevos espacios públicos que generan nuevas formas de acción política. Parece ser que la figura clásica del Caudillo entra cada día en decadencia, siendo la vox populi la fuente determinadora de las nuevas transformaciones sociales.


Ahora bien, aunque estas transformaciones se suelen dar con grandes y abruptos estallidos sociales; los ciudadanos actuales comienzan en la búsqueda de nuevos espacios públicos construidos por ellos mismos para exponer y compartir sus ideas, creando redes de apoyo, grupos focales, movimientos sociales que por medio de la conformación de grupos de opinión política buscan ser incluidos en la esfera de la democracia, tal es el caso del movimiento LGBTI, los movimientos sociales de comunidades desplazadas por la violencia, los movimientos culturales ancestrales indígenas, la unión de las mujeres en la búsqueda del respeto de sus derechos como ciudadanas. Así las nuevas formas de hacer políticas nacen del sujeto, pero no del sujeto aislado e individual, sino la del sujeto social que construye redes de apoyo con otros que hayan padecido los mismos problemas que él, y que tengas pensamientos políticos similares. Así pues estamos frente a la creación de las micropolíticas, los micropartidos, los microrelatos sociopolíticos y culturales, que buscan ser incluido en la gran amalgama de diversidad política, social y cultural que es la democracia. Pero ya no es la lucha contra la aristocracia sino la lucha por diversificar la democracia como un espacio construido desde los ciudadanos de manera reflexiva y activa lejos de los dogmatismos tradicionales sobrevivientes a la caída de la aristocracia.


CONCLUSIONES


La democracia no es un elemento acabado, permanece en constante universalización y transformación. Aunque su nacimiento haya sido convulsionado de un paso abrupto de la aristocracia monárquica a las instituciones democráticas que dependían de las decisiones populares, no se puede decir que la democracia es un modelo político rígido y pétreo. La democracia sin embargo no puede ser irreversibles, o que las libertades civiles conquistadas en la misma deben ser suprimidas, ello representa una vuelta hacia atrás. La democracia es evolutiva y universal, en ella deben de converger todas las formas actuales de sociedades, todos los grupos sociales tienen el mismo derecho de ser incluidos en la práctica democrática. Esta universalidad de la democracia, aunque riesgosa y compleja, es necesaria pues es garantía de la superación de los absolutismos de estado; por ello la democracia se transforma y adquiere más universalidad gracias a la acción política de los nuevos movimientos políticos minoritarios.


La democracia se actualiza mediante las transformaciones sociales. Son las acciones de los movimientos socio-culturales politizados que ante la brecha de la exclusión social empujan la puerta constitucional con el fin de hacer lucha y fuerza a la ley por el reconocimiento de sus derechos, ya sea su condición social, económica, sexual-reproductiva, de edad (niñez, adolescencia, adultez y vejes). Por este motivo las transformaciones sociales deben reflejarse en el modelo democrático, ya que es la ciudadanía que hace posible la existencia de un Estado. Las transformaciones sociales a partir de las nuevas formas políticas, tienen el carácter de partir de lo micro-social, de lo micro-cultural, los grandes relatos y discursos políticos fueron superado, sin embargo pretenden seguir en vigencia a través del uso de los medios de comunicación como herramienta de convencimiento social; ante lo micro-político el estado ejecuta la maquinaria política, con el fin de usar la democracia como medio en torno a los intereses de unos pocos.


Los cambios sociales surgen a través de las voluntades ciudadanas emanadas de la población civil. La naturaleza de la democracia es civil, ya que el uso de la fuerza en una democracia, aunque parezca utópico, no debería ser necesario porque en la misma pueden subsistir todas las posiciones ideológicas bajo el respeto del otro y de los bienes ajenos, el respeto de los derechos individuales no sólo se debe dar sólo desde el Estado y sus instituciones sino también entre los ciudadanos recíprocamente. La transformación o las propuestas de cambio desde una perspectiva político-militar son fuente de riesgo para la democracia misma, ya que estas no responden a un interés social, civil o ciudadano, sino que propenden a favorecer facciones políticas encaminadas a la imposición de su interpretación social política a las demás minorías, las nuevas transformaciones democráticas son incompatible con el uso de las armas y son las armas mismas esgrimidas por el Estado que impiden las mismas. Todos los ciudadanos merecen que sus derechos sean reconocidos de manera oficial, es decir que la constitución debe ser el libro universal de la nación, donde todos coexistan.



BIBLIOGRAFÍA




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